Jorge Roberto Márquez Meruvia[*]
Después del 21F de 2017 es bueno cuestionarnos sobre
los liderazgos que podemos observar en el país. Es bueno cuestionar los
lideratos que vienen desde la esfera gubernamental, la oposición, la ciudadanía
y en todos los niveles del Estado. Para efectuar tal tarea, es conveniente
retomar las ideas de Carlos Matus, hombre que la historia ha olvidado y que fue
creador de una escuela de “Políticas de Estado y Desarrollo Local” con
importantes aportes teóricos y prácticos. Entre los aportes casi olvidados de
Matus es la que hace una distinción sobre tres modelos de liderazgo. Con los
modelos que describe podemos ver y explicarnos el escenario boliviano antes y
después del 21F del 2017.
Los modelos de liderazgo creados por Matus son: Chimpancé,
Maquiavelo y Gandhi. Los cuales nos darán algunas luces sobre el escenario
político boliviano y podremos distinguir entre ellos sin la ingenuidad de ser
un simple seguidor de las figuras políticas que conocemos y que están en
proceso de creación.
El modelo Chimpancé, tiene como base el trabajo del
antropólogo y primatólogo de nacionalidad holandesa Frans de Waal sobre el
comportamiento de poder en comunidades de chimpancés, en éste modelo,
prevalecen las rivalidades y alianzas que tiene como finalidad de mantener el
poder por el poder. Caracterizado por la imposición de la fuerza para conducir
a la manada al azar (a ninguna parte). No se puede evidenciar la existencia de
un proyecto de largo o corto plazo. El proyecto es el simio de turno que tiene
la capacidad de imponer su fuerza y el simio de turno es el proyecto.
El modelo Maquiavelo, supone un comportamiento un poco
más refinado y menos salvaje que el primer modelo. Quien ejerce el poder goza
de ser alguien que se alfabetiza, logra desarrollar de manera relativa su
inteligencia y tiene la capacidad de poner sus valores embrionarios al servicio
de un proyecto colectivo. Lamentablemente, el proyecto se confunde con él, en
un juego maniqueísta simple en una combinación binaria amigo-enemigo donde todo
recurso tiene validez para desaparecer al adversario bajo un pretexto común, o
una ideología.
El modelo Gandhi, al contrario de los dos mencionados
anteriormente, tiene como base la fuerza moral y el consenso. Es un escenario
donde no existen los enemigos. Las ideas y argumentos están en constante
movimiento y tienden a prevalecer sobre el ejercicio de la fuerza y el
mesianismo. Éste modelo, ya no trata de derrotar sino de ganar al otro; del
reencuentro, de escucharlo, de tolerarlo, entenderlo y perdonar. Superando los
antagonismos y las visiones dogmáticas, dejando de lado los prejuicios en una
sincera actitud de ver al otro como a uno mismo. Claro ejemplo de que es
posible la práctica del tercer modelo son las actitudes que fueron llevadas a
cabo por Nelson Mandela y las políticas llevadas a cabo en su gobierno como la
“Comisión para la verdad y la reconciliación”.
Los tres modelos explicados nos ayudan a comprender
Bolivia y a varios países del ancho mundo. También, es una crítica a nuestra
sociedad porque los líderes son un reflejo de nosotros. En 1909 Alcides
Arguedas relata que había recibo una carta de José Enrique Rodó sobre “Pueblo
enfermo”, en la que éste le decía: “Los males que usted señala […] no son
exclusivos de Bolivia: son, en su mayor parte y en más o menos grado, males
hispanoamericanos, y hemos de considerarlos como transitorios […]. Usted titula
su libro Pueblo enfermo. Yo lo
titularía Pueblo niño. Es concepto
más amplio y justo quizá […]”. Para Arguedas de todos los reparos a su obra, la
de Rodó fue la que más impresión le produjo.
¿En cuál de los tres modelos nos encontramos descritos
los bolivianos y nuestros líderes?