Jorge Roberto Marquez Meruvia*
La siguiente columna se encuentra inspirada en la obra
del sociólogo y político italiano Gaetano Mosca. Él pretendía realizar una
refutación al marxismo y la idea de la lucha de clases. Tomando como base el
trabajo de Saint-Simon, toma la concepción de dos clases que existen dentro de
una sociedad: la clase minoritaria dominante y la clase de la mayoría dirigida.
Intentó comprobar que durante la historia de la humanidad, siempre existió una
minoría dominante. Su obra provocó críticas desde el marxismo las cuales
defendían que la diferencia de clases debe tener como base los medios de
producción.
El concepto acuñado por Mosca hace referencia a un
minúsculo grupo con gente muy activa que es muy consciente de su accionar
político y de la que forman gran parte de todos aquellos que dirigen un país.
Para comprender a cabalidad lo anteriormente expuesto,
debemos recordar que el 17 de octubre de 2003
se dio el choque de la fuerza irresistible contra el objeto inamovible, donde
la fuerza quebró al objeto. A partir de ése momento se configura el actual
escenario político boliviano. La fuerza irresistible tenía representación
política: Evo Morales con el Movimiento al Socialismo, Felipe Quispe “el
Mallku” con el Movimiento Indígena Pachakuti, Jaime Solares como representante
de la Central Obrera Boliviana, Hugo San Martín miembro del partido en
funciones de gobierno, entre otros que al final tuvieron que dar curso a la
renuncia del presidente; al igual, que el objeto inamovible era Gonzalo Sánchez
de Lozada y la cúpula del Movimiento Nacionalista Revolucionario.
En noviembre de 2019, tras los sucesos acontecidos
después de la fraudulenta elección del 20 de octubre, nos encontramos muy lejos
de un escenario similar. El objetivo de la oposición boliviana tiene el mismo
fin: la salida de Evo Morales del poder. Sin embargo, plantea diferentes
caminos para lograr el objetivo. Prueba de ello, es la carta de renuncia
impulsada por los cívicos para Morales Ayma, o el Comité Nacional en Defensa de
la Democracia (CONADE) que pide nuevas elecciones sin Carlos Mesa que tiene un
apoyo electoral del 36.51%, ni Evo Morales y la escasa respuesta de la recién
creada Coordinadora en Defensa de la Democracia que en teoría se encuentra
conformada por los partidos políticos y las dos instituciones anteriormente
mencionadas.
Tras no haberse llevado con éxito las propuestas
llevadas a cabo por los cívicos y el CONADE, es la Coordinadora en Defensa por
la Democracia la que debe llevar la batuta en el actual escenario de conflicto,
donde la clase política debe hacer la diferencia ante el vacío de líderes que
vive la población en su conjunto y donde Carlos
Diego de Mesa Gisbert tendría un papel protagónico. Bajo el lema que
encontramos en nuestras monedas “la unión es la fuerza”, la oposición se ve en
la obligación de trabajar unida y trazar un solo camino para lograr su
objetivo. Estamos viviendo momentos críticos en el cual ni la estrategia, ni la
táctica se encuentran ordenadas y estamos desgastando la lucha en las calles de
miles de millones de personas que defienden las libertades y la democracia.
Defensa que ya se ha llevado dos vidas en la ciudad de Montero bajo el cobarde
ataque de los seguidores del Movimiento Al Socialismo.
Coordinadora en Defensa de la Democracia
Es
momento que la clase política se encuentre a la altura de las circunstancias,
que entendamos que la dispersión del objetivo a alcanzar simplemente le da más tiempo
al MAS de seguir en el poder. Debemos recordar que Mao mencionaba: “hay un caos absoluto bajo el cielo; la situación es
excelente”, pero sin liderazgo el caos, seguirá siendo caos. Necesitamos ser
un solo pilar de resistencia, mientras más inconexos nos encontremos no
logramos ser la fuerza irresistible que hará tambalear al gobierno.
Es
necesario que nuestros políticos desempeñen su mejor labor política para lograr
reconquistar las libertades y la democracia que se encuentran secuestradas por
el masismo. Bolivia en su conjunto se los exige.