Jorge Roberto Marquez
Meruvia[*]
El 20 de
diciembre de 1514, el Segundo Canciller de la República de Florencia, Nicolás
Maquiavelo le escribe una carta al embajador Francisco Vettori, quien era el
representante florentino ante el Papa. Independientemente de la gran obra de
Maquiavelo entre sus trabajos más importantes podemos mencionar a: “El
Príncipe”, “Discursos sobre la Primera década de Tito Livio”, o “La
Mandrágora”. Empero el epistolario del maestro florentino nos muestra la
agudeza de entendimiento del realismo político y del accionar en la realidad.
Bolivia una vez más pasa por el camino de la polarización política, la cual
toma por sorpresa a un par de analistas y políticos despistados que desconocen
de los procesos que vivió el país.
La
polarización no es un fenómeno nuevo y quien tiene la primicia de llevarnos a
tal escenario en Latinoamérica es Carlos Montenegro con su obra de 1943 que
lleva por título: “Nacionalismo y coloniaje, su expresión histórica en la
prensa de Bolivia” que fue la base de las ideas que impulsaron la Revolución Nacional
de 1952 a la cabeza del Movimiento Nacionalista Revolucionario. La obra nos
muestra la simplificación del escenario político que es hábilmente explotada
por los movimientistas donde tenemos a la nación y la anti nación. Así se logra
conformar el maniqueísmo binario de amigo-enemigo de la política boliviana que
sigue aún vigente.
Lo
anteriormente mencionado obliga a los actores políticos a tomar posición sobre
su accionar y posturas neutrales o tibias no son vistas como soluciones por gran
parte de la población en general. Algo similar ocurría en la península itálica del
renacimiento y por tal motivo Maquiavelo le escribe a Vettori y le dice «El
otro te desprecia porque te descubre tímido e irresoluto, y enseguida cobras
fama de ser amigo inútil y enemigo no temible, de modo que cualquiera que gane
te ofende sin miramiento. Tito Livio da sentencia en dos palabras en boca de
Tito Flaminio, cuando dijo a los aqueos, a quienes Antíoco persuadía de
mantenerse neutrales: “Nada hay más ajeno a vuestro interés: sin gracia, sin
dignidad, seréis trofeo del vencedor”».
En
política uno de los errores irreparables es el de tratar de caer bien a todo el
mudo, olvidando generosamente que la competencia por el poder no se detiene y
esto lo vivió en carne propia Walter Guevara Arze en 1979. Una vez juramentado
como presidente realizó unas desafortunadas declaraciones, dijo “que formaría un
gobierno de coalición nacional con la participación de todas las fuerzas que
han participado en el último proceso electoral”. La respuesta de los partidos
que componían el Parlamento (UDP, MNR-A, entre otros) fue rechazar el
participar del gobierno de Guevara. Incluso Siles envió al presidente una
resolución firmada que “ratificaba la determinación de la Dirección Colectiva
Nacional de la UDP en sentido de no participar en el gobierno interino”. Entre
tanto Guevara insistía con la invitación “tanto a unas como a otras
colectividades políticas a que contribuyan a formar un gabinete equilibrado”
que fracasó con todo éxito. Lo sucedido con Walter Guevara puede ser el primer
antecedente contemporáneo del discurso vacío del bien común.
El tomar
una decisión firme es determinante. Maquiavelo en su carta lo explica claramente
“[…] todos los hombres sabios cuando pueden no jugarse todo lo suyo lo hacen de
buena gana, y pensando en lo peor que pudiera resultar, consideran en cuál mal
hay menos mal; y como las cosas de la fortuna son dudosas todas, de buena gana
se unen a aquella fortuna que, haciendo lo peor que sabe, tenga el fin menos
amargo.” Queda claro que ante los sucesos que vivirá el país los días 10 y 11
de octubre podremos reconocernos todos. Saber que posición tomamos, están los
que lucharan por las libertades, la democracia y la tricolor; por el otro lado,
sabremos quienes son los otros, los complacientes que se acomodan al lado de
los autoritarios.