lunes, 16 de marzo de 2015

¡A dónde te llevan, Santa Cruz!


Los sueños posiblemente, en algún momento se conviertan en tétricas pesadillas de las cuales sus autores no puedan despertarse y caigan en la cruda realidad. La descarada realidad que es un fárrago regional. “Durante siglos hemos tratado de dilucidar el misterio de nuestros orígenes, de nuestra especificidad frente al reino animal; somos organismos superdotados, los únicos capaces de construir un pensamiento crítico, los únicos en poseer esas sorprendentes facultades que son la creación y la imaginación; y sin embargo, pese a nuestras innombrables cualidades, somos seres perniciosos para nuestro entorno.”[1] La autonomía fue demasiado efímera, la sociedad cruceña en su conjunto desvirtuó sus ideas autonomistas y terminaron actuando por sus más bajas pasiones. Ese modo de accionar desde las entrañas típico en el occidente boliviano se replicó en el oriente, demostrando que no existe ningún tipo de diferenciación con el mundo andino (“diferencia” que existe en gran parte de la élite cruceña que lleva la batuta autonómica y “liberal”). Los males de la “Bolivia profunda” son evidentes en todo el oriente boliviano bajo un lenguaje propio, en su manera particular de comunicarse. El sueño de la autonomía tuvo un fugaz paso, aunque hagan grandes intentos de que perviva en la propaganda electoral del ex gobernador y candidato Rubén Costas. Lamentablemente ese proyecto cruceño que nació con grandes cabildos, movió y motivo las fibras más sensibles de la sociedad civil, del oriente boliviano y del futuro de una Bolivia mejor; termino en un simple discurso para “diferenciar” a la funesta, infantil y hormonal clase política nacional. Como si se tratara de juego de niños tenemos dos bandos en el cual están los “buenos” y los “malos”, en una absurda competencia tratando de demostrar cuál es el mejor y dejar constancia de su vulgar supremacía. Ese es el absurdo juego que divierte a los medios de comunicación, esa funesta evolución de la política en espectáculo, pasar a ser primera plana de la crónica rosa de dimes y diretes, de chismes. Creando cortinas de humo que toman todos los titulares de los medios de información: tontómetros, corruptómetros, etc.
Nuestros políticos parecen olvidar que en la sociedad boliviana reinan y se ejercen con gran maestría los códigos informales. La corrupción, la tonta y lenta burocracia forman parte de nuestros más profundos códigos. Por más que gritemos a los cuatro vientos que somos liberales y demócratas, jamás podremos ocultar ese espíritu autoritario, esa sensación de ser el elegido para llevar al país o a una determinada región al futuro soñado. Nuestros líderes son irremplazables, Evo Morales tiene la innata capacidad de entender y comprender al pueblo boliviano, Rubén Costas tiene el aura de llevarnos por el camino de la autonomía regional que tanto añora y Percy Fernández es el hombre que amamos y aun así a su mitológica edad le seguimos pidiendo que no nos deje y que siga llevando las riendas de nuestra ciudad, la cual por cierto, se inunda cada vez que llueve desmesuradamente. Ni que decir de los demás candidatos que son igual de deplorables. Te hacen mucho daño Santa Cruz de la Sierra, te prometieron ser autónoma, te erigieron como cuna de una nueva Bolivia; sin embargo, no hicieron nada, hasta el día de hoy no tienes tu Estatuto Autonómico. Paradójicamente, La Paz te lleva ventaja en ese aspecto. Lo único que hicieron contigo Santa Cruz, es maquillarte, asfaltarte, llevar luz eléctrica y agua potable a algunas regiones alejadas de la capital de departamento para que frívolamente hagan propaganda con esas “grandes obras” llevadas a cabo por el mesiánico gobernador. Desgraciadamente, pasa lo mismo en el ámbito municipal (iluminado alcalde), las obras están al igual que la arena en las Lomas de Arena. Dicen que eres universal y abierta al mundo pero, tu regionalismo exacerbaste te hace pensar que eres superior, que perteneces a un reino imaginario del “Gran Grigota” sin ninguna fuente documental más que el sentimiento de ser especial.
  
¡A dónde te llevan, Santa Cruz!, hasta cuándo te seguirán llevando asustada por las sombras de la caverna, cuándo levantaras la mirada y verás la luz, cuándo dejaras de lado ese banal accionar de coronaciones, reinados, misses, magnificas, e intentes imitar cosas más relevantes e importantes de la cultura abierta del occidente europeo. Hasta cuándo seguiremos deseando al igual que Enrique Finot que el desarrollo y la civilización llegue a estas tierras (porque el dinero en grandes cantidades no nos hace más desarrollados, simplemente mejora nuestra capacidad de consumo). Será qué pronto despertaras de tu letargo y sacaras de tu seno a los regionalistas y autonomistas “fanáticos”. O al igual que a Gabriel René Moreno nos condenaras al castigo por ostracismo.



[1] J. M. Valda, Fárrago, C&C Editores, La Paz – Bolivia, 2006

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