Jorge Roberto Márquez Meruvia[*]
Bolivia es un país
pequeño y subdesarrollado. Es uno de los países más pobres del continente
americano y tiene una clase política muy parecida al del resto de América
Latina donde lo popular, ordinario y la chabacanería de sus líderes suele ser
fuertemente celebrado. Las élites y las clases populares tienen los mismos
gustos y comparten el nacionalismo-patriotero exagerado y el folclore. “La idea
de grande nos es familiar y común. Las montañas pasman; los ríos son enormes
brazos de mar; las llanuras desmesuradas hacen concebir la idea del infinito.
Fauna y flora muestran una variedad y riqueza sorprendentes; los sentidos están
hechos para percibir lo enorme, lo grandioso; y la imaginación sólo concibe lo
mejor y lo perfecto. Poco curiosos, no teniendo al alcance de la vista sino el
espectáculo de nosotros mismos, ignoramos el valor de lo demás. Circunscrito el
país dentro de sus propias fronteras, sin contacto frecuente con las demás
naciones, sólo le interesa la contemplación y la valoración de sus propios
medios.”
Las noticias son
aburridas, los problemas son los mismos casi siempre. Los espacios informativos
televisivos pasan la semana con tres temas centrales: la crónica roja, la
crónica rosa y los accidentes de tránsito. El crimen y todo lo que podemos
relacionarlo ocupan más del 75% de los informativos; el porcentaje restante es
campeado por los accidentes de tránsito los cuales aburren hasta el cansancio,
ya que son recurrentes. Cosas como por ejemplo, el exceso de velocidad, el mal
uso del cinturón de seguridad o, en el mejor de los casos gente imprudente que
al estar delante de un volante decide beber alcohol en exceso y conducir; la
crónica rosa también tiene un sector relevante, la farándula tiene sectores
generosos que intentan tenernos al borde de nuestras emociones. Los espacios
sobre política y deportes son una obligación que no parece interesarles a los
productores. Posiblemente, por ser un espacio aburrido y tener a los mismos
actores políticos y jugadores de fútbol por más de diez años consecutivos con
los mismos problemas y los mismos discursos.
Es raro cuando pasa
algo extraordinario (muy divertido) y podemos catalogar de “bomba” la lucha
frontal del “Mozart boliviano” Fabio Zambrana contra la TV basura. Los
programas televisivos que se dedican a la farándula en Bolivia son escasos el
más “grande” y único es “Divinas y famosos”. Es un programa aburrido, largo,
con grandes sectores de publicidad y con un par de minutos para adentrarse en
el día a día de los “famosos” los cuales son escasos y locales. Los “famosos”
que aparecen en el programa de farándula no son conocidos a nivel nacional.
Simplemente, son personaje que viven en Santa Cruz de la Sierra y no tienen
nada de extraordinario. Los presentadores del programa dedicado al “jet set”
tienen divertidas discusiones y puntos de vista al cual más disparatado y
cuentan con un periodista que cubre entrevistas sobre “escándalos” de los “famosos”.
A nuestro “famoso” cantautor al parecer le molesto el acoso que sufría de parte
de éste programa y le declaro la guerra hasta sus últimas consecuencias a la TV
basura. Por suerte, Fabio Zambrana vive en Bolivia y no en Argentina, Brasil,
México y una infinidad de países donde los programas de farándula proliferan
como las moscas y son un negocio muy rentable, ya que no podría resistir el
acoso de los medios de comunicación que quieren saber datos insignificantes de
sus hábitos diarios.
La pelea contra la TV
basura es una lucha perdida. Las televisoras bolivianas son pobres, les resulta
más barato importar contenidos malísimos de Perú, México, Brasil, Argentina y
Colombia. Los programas que se presentan en horarios estelares son franquicias
a cual peor y parecen que cumplen con las expectativas de los televidentes. La
paradoja de todo esto es que quien comienza la lucha contra la TV basura se alimentó
de esta durante mucho tiempo ya que gran parte de su obra tiene esos estándares.
Para terminar,
simplemente voy a citar unas profundas líneas de la obra de Fabio Zambrana que
nos ejemplificará la batalla por una “mejor televisión”: “¡que huevada, que
huevada, que huevada! ¡Ay, que huevada!”.
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