Jorge Roberto Márquez Meruvia[*]
Jorge Luis Borges
mencionaba, tomando un dictamen de Thomas Carlyle que la democracia es un abuso
de la estadística. En el caso boliviano un 10 de octubre de 1982 ha refutado
esto de manera asombrosa y admirable. La utopía de Borges era un país, “o todo
el planeta, sin Estado o con un mínimo de Estado, pero entiendo no sin tristeza
que esa utopía es prematura y que todavía nos faltan algunos siglos. Cuando
cada hombre sea justo, podremos prescindir de la justicia, de los códigos y de
los gobiernos. Por ahora son males necesarios.”
Gran parte de la
ciudadanía parece haber olvidado que los males necesarios dentro de una
democracia son los políticos y los partidos políticos, los cuales son muy
importantes, ya que son estos los que crean las reglas del juego para que las
sociedades se desarrollen y son ellos los que entregan o restringen libertades.
Juegan un papel fundamental dentro de la administración del Estado y sus
designios van configurando el destino de todos. Empero, el descontento
ciudadano sobre el quehacer político ha creado la ilusión de la independencia y
el empoderamiento ciudadano serían suficientes para contrarrestar las
ambiciones totalitarias del Movimiento Al Socialismo.
Tanto plataformas
como activistas parecen olvidar fragmentos de nuestra historia reciente, en
especial lo sucedido en octubre de 2003. Carlos Mesa Gisbert menciona en “Presidencia
Sitiada: memoria de mi gobierno” que Gonzalo Sánchez de Lozada utilizó
la paradoja del objeto inamovible y la fuerza irresistible para explicar los
sucesos que pasaron en febrero y octubre. El 17 de octubre se dio el choque de la
fuerza irresistible contra el objeto inamovible, donde la fuerza quebró al
objeto. A partir de ése momento se configura el actual escenario político
boliviano, la fuerza irresistible tenía representación política: Evo Morales y
el Movimiento al Socialismo; al igual, que el objeto inamovible era Gonzalo
Sánchez de Lozada y la cúpula del Movimiento Nacionalista Revolucionario.
El Movimiento al
Socialismo es el nuevo objeto inamovible con más de 10 años en el poder y las
movilizaciones de activistas, plataformas y la ciudadanía en su conjunto nos
demuestran que no existe una fuerza irresistible con representación política,
la ciudadanía acéfala sale a las calles con exceso de buenas intenciones y
esperanzas. La ciudadanía parece que olvida de manera muy generosa que la
democracia moderna, tal como la conocemos tiene como base la representación del
soberano, del pueblo, del ciudadano, del individuo. Estos representantes salen
de los partidos políticos. Pero, se los excluye de las movilizaciones
ciudadanas, como si los políticos no gozaran de derechos ciudadanos.
Posiblemente, estos representantes políticos tienen pocas luces y muchas
sombras en su accionar, lo cual no deja que sean necesarios para la sociedad en
su conjunto. El reclamo de activistas y plataformas es que los partidos
políticos no se han renovado y que son los dinosaurios de siempre quienes se
dedican al quehacer político. Queja que carece de sentido, ya que al momento de
tomar una posición apolítica, estos grupos dejan en manos de terceros la toma
de decisiones importantes. La victoria de la apolítica es la habilitación como
candidatos a primarias y elecciones generales al binomio de Evo Morales y
Álvaro García Linera.
Una vez más el futuro es incierto. Por un lado
el partido de gobierno hizo realidad la reelección inconstitucional y en contra
del referéndum del 21F; por el otro todavía es posible ganar al partido en
funciones de gobierno por intermedio de las urnas. No debemos olvidar que el 6
de octubre de 2018 cuando Carlos Mesa lanzó su carrera a la presidencia era
para prever el escenario que estamos viviendo.
Será qué después de
lo sucedido tendremos el valor moral con su secuela de sacrificios, para plantear
la defensa de las libertades, o sencillamente con gran dolor para todos, la
democracia se nos muere. Basta de exclusiones, unidos ganamos todos.
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