viernes, 10 de julio de 2015

Una mirada crítica sobre la visita de Francisco



Jorge Roberto Marquez Meruvia[1]

          Bolivia tristemente es un país muy precario, prosaico y aburrido. La visita del Papa Francisco lo demuestra, claro ejemplo: el rol de los medios de comunicación. Después de tres días donde los medios no pararon de hablar de Francisco y sus reacciones; los periodistas (en especial de televisión) resultaron ser fervientes creyentes del credo católico y sin dudarlo ni un minuto, y guiados ciegamente por la emoción del momento, explicaron coincidencias mundanas como, por ejemplo: el clima, y los cielos despejados tanto en La Paz como en Santa Cruz de la Sierra se debían a la presencia de Francisco. También debemos recordar que un regalo del Presidente Morales Ayma causó revuelo por simple desconocimiento de los más conocidos y populares líderes de opinión, ni que decir de algunos políticos que se rasgaron las vestiduras. Sobre ese hecho Daniel Mercado, SJ nos dice algo muy importante: “Si Luis Espinal sobrevive en nuestra memoria no es para tranquilizar conciencias, darnos una palmada en el hombro mientras ante la injusticia preferimos mirar a otro lado. Su vida, escritos y arte, también el controvertido crucifijo, están ahí interpelándonos. Luis nos recordará siempre, una y otra vez, a todos los creyentes que «una religión que no tenga la valentía de hablar a favor del hombre, tampoco tiene derecho de hablar a favor de Dios».

Desgraciadamente, la ciencia tiene como principal característica la del escepticismo y a través del cual pretendo analizar la participación de su Santidad Francisco en el II Encuentro Mundial de Movimientos Populares. Sobre este particular encuentro, podemos mencionar que cimienta sus ideales sobre los laureados valores revolucionarios y en grandes mitos sobre la pobreza de sus pueblos. Los movimientos populares, cumplen una labor fundamental para los gobiernos populistas: son los pilares simbólicos y discursivos de estos regímenes. Obviamente, la presencia del Papa le dio a esta peculiar reunión un toque sagrado, la intervención de Francisco simplemente fue volver a poner en debate los cinco puntos importantes de la encíclica “Laudato Si”, los cuales son: el calentamiento global es real, ya que existe “un consenso científico sólido” y debemos tomar medidas al respecto; la destrucción del medio ambiente es el resultado de la actividad humana, que tiene como bases el “consumismo inmoral” y “la tecnología basada en combustibles fósiles muy contaminantes –sobre todo el carbón, pero aún el petróleo y, en menor medida, el gas- necesita ser remplazada progresivamente y sin demora”; los países ricos tienen una “deuda ecológica” con los países pobres, explicando esto teniendo como base la teoría de la dependencia (centro ricos y periferias pobres) y al “concepto mágico del mercado”; insto a que el trabajo por el medio ambiente necesita de instituciones internacionales fuertes, “es esencial lograr un consenso global para enfrentar problemas más profundos que no pueden ser resueltos por las medidas unilaterales de países individuales”; presión a los líderes políticos y el sacrificio individual, “muchos de aquellos que tienen más recursos y poder económico y político parecen concentrarse en sobre todo en enmascarar los problemas o en ocultar los síntomas, tratando sólo de reducir algunos impactos negativos del cambio climático”.

Tristemente, la participación de Francisco será utilizada por los aparatos de propaganda de los regímenes populistas para “mostrar” que el sentimiento de los pueblos y los gobiernos que encabezan este interminable e incansable proceso del cuidado de la madre tierra es respaldado por el vicario de Cristo y que tienen su bendición para seguir cambiando al mundo como lo hacen, o pretenden hacerlo. Como diría Joan Manuel Serrat: “Dios echó al hombre del Edén, por confundir lo que está bien con lo que le conviene”.     




[1] Politólogo

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