Jorge Roberto Marquez Meruvia[*]
Fue gracias a la ardua búsqueda de Paulino Keins en
los catálogos realizados por madame Henri Bachelier y con el financiamiento de
Simón Kautzsch que llegaron a mis manos una serie incompleta de manuscritos.
Sobre el autor de dichos manuscritos conocemos que los firma David Brodie,
sabemos que él, “fue un misionero escocés, oriundo de Aberdeen, que predicó la
fe cristiana en el centro de África y luego en ciertas regiones selváticas del
Brasil, tierra a la cual lo llevaría su conocimiento del portugués. Ignoro la
fecha y el lugar de su muerte”. Hasta donde sabemos, la parte que traduciremos
de éste informe no fue jamás publicado.
Debemos advertir al lector que los documentos a los
cuales hacemos referencia se encuentran desgastados por el tiempo y entre
páginas rasgadas encontramos relatos singulares. Por ejemplo, podemos mencionar
que en un par de páginas menciona la historia de Otto Dietrich zur Linde, quien
nació en Marienburg. Debido al mal estado del manuscrito, es imposible
encontrar fechas para saber de los eventos que describe; sin embargo, entre las
partes destacables mencionan la creación de un nuevo orden mundial, donde
predomina la violencia… “Se cierne sobre el mundo una época implacable.
Nosotros la forjamos, nosotros que ya somos su víctima. ¿Qué importa que
Inglaterra sea el martillo y nosotros el yunque? Lo importante es que rija la
violencia, no las serviles timideces cristianas. Si la victoria y la injusticia
y la felicidad no son para Alemania, que sean para otras naciones. Que el cielo
exista, aunque nuestro lugar sea el infierno”.
También encontramos referencias que pueden ser de
nuestro interés, mencionan los manuscritos a dos “caídos del tiempo” que según
referencias de Brodie, quien no logra recordar el nombre del país al cual
pertenecen, nos da datos que pueden situarnos geográficamente. Menciona que en
la parte oriental de la que se denominaba como la Real Audiencia de Charcas, en
cuya ciudad se encuentra la Basílica de San Lorenzo nacieron dos “caídos del
tiempo” que tienen vocación de universales.
Sobre el primero, encontramos al parecer una
sentencia: “En el estilo hay una huella singular, indeleble, que es lo
contrario del desierto de la turbamulta, anónimo y demagógico. Se pueden
encontrar estilos en la Política, ciertamente, pero son trazos de pulsiones más
o menos filosóficas o literarias; una suerte de ecos que provienen de una
naturaleza calumniada…”. Según el manuscrito podemos describir al primer
personaje con el fragmento de un poema de Jorge Luis Borges que fue hecho en
honor a Alfonso Reyes -el autor nos hace una advertencia, al momento de
escribir los versos lo hace de memoria-.
Sabe bien aquel arte que
ninguno
supo del todo, ni Simbad ni Ulises,
que es pasar de un país a otros países
y estar íntegramente en cada uno.
supo del todo, ni Simbad ni Ulises,
que es pasar de un país a otros países
y estar íntegramente en cada uno.
Nuestro segundo personaje, tal como menciona el
informe, multiplico su voz en el ágora y sobre su obra podemos recalcar un
pequeño párrafo: “El pensador tiene que ver sus ideas como una obra capaz de
ser apreciada por los individuos, evitando reprobar a quien no le conmuevan. El
mérito de que nuestro parecer sea realzado por su veracidad, total o parcial,
puede juzgarse legítimo cuando las personas han decidido libremente apoyarlo”.
Instigador de la rebeldía, llevaba como bandera la defensa de la soberanía
individual y la alegría de ser apátrida. Descubrió gracias a un colombiano y
una noruega que ser de algún lugar “es un acto de fe”.
Al terminar el relato, se menciona que estos dos
personajes eran compañeros de Alejandro Ferri y miembros del Consejo del Mundo y que ambos sabían que
“un hombre singular sabe que la Historia lo odia en forma irreconciliable y
asesina”.
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