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Jorge Roberto Marquez Meruvia[*]
…un príncipe que quiera conservar su autoridad deberá aprender a no ser
bueno y usar ese conocimiento, o prescindir de su uso, según las necesidades
que se presenten.
Nicolás Maquiavelo
Aristóteles fue quien se ocupó del denominado “zoon
politikón” que hacía referencia al animal que vivía en la polis de la Grecia
clásica, puede entenderse también como “animal cívico”. Actualmente el “zoon
politikón” se lo comprende como “animal político” gracias a las traducciones y
posiblemente un error intencional de Santo Tomas de Aquino. Para ambos autores
el hombre tenía la capacidad innata de vivir en sociedad y por ende interesare
en lo político. La única forma de que se desarrolle el individuo es teniendo la
capacidad de vivir en sociedad. Debido a que el individuo debe vivir rodeado de
otros individuos existe desde la antigüedad una ligazón entre lo humano y lo
político.
Conocemos que el término política ha sido transmitido
por la obra de Aristóteles que lleva por nombre Política, tal obra es considerada como el primer tratado sobre la
naturaleza, las funciones y las divisiones del Estado, también toca las
diferentes formas de gobierno. Durante siglos se ha empleado el término
política para indicar (en la mayoría de los casos) obras dedicadas al estudio
de aquella esfera de actividad humana que de una u otra forma logran hacer
referencia a las cosas del Estado. En la edad moderna el término acuñado por
Aristóteles pierde su significado original, poco a poco va siendo sustituido
por otras expresiones como por ejemplo: ciencia del Estado, filosofía política,
doctrina del Estado, ciencia política, etc., y se emplea para indicar la
actividad o el conjunto de actividades que tienen como término la referencia
polis, es decir el Estado. De la actividad política se encarga el sujeto, el
individuo, razón por la cual pertenecen a la esfera de lo político actos como
el ordenamiento (o prohibición) algo con efectos vinculantes para un
determinada sociedad, el ejercicio de domino exclusivo en un determinado
territorio, el legislar, el legislar con normas validas, etc. Pertenecen
también a la esfera de la política acciones como: conquistar, mantener,
defender, ampliar, abatir, reforzar, trastornar el poder estatal, etc.
Para los hombres la sensación de no tener poder sobre
las demás personas en los hechos resulta insoportable: el hombre se siente
desvalido y miserablemente mal; sin embargo, en el mundo en que vivimos
actualmente, puede ser peligroso demostrar demasiadas ansias de poder político
o actuar abiertamente para obtenerlo. El hombre debe mostrarse decente y
equitativo, de modo que debe ser muy sutil, agradable y simpático y, al mismo
tiempo, artero; democrático pero engañoso.
Nicolás Maquiavelo mencionaba: “Todo hombre que
intente ser bueno todo el tiempo terminará arruinado entre la gran cantidad de
hombres que no lo son”. Toda interacción humana siempre tiene una cuota de
engaño en diferentes escalas o niveles, podemos afirmar que en cierta medida la
diferencia de lo humano y lo animal es su capacidad de embaucar. Los mitos
griegos, en el Mahabharata de la India, en la leyenda épica de Gilgamesh del
Oriente Medio, el uso de prácticas engañosas es un privilegio de los dioses.
Ulises uno de los grandes hombres de la mitología, fue valorado por su
habilidad de rivalizar con la capacidad de los dioses, robarles algunos de sus
poderes divinos y tener el atrevimiento de competir con ellos en agudeza de
ingenio. Las artes del engaño se han desarrollado en conjunto con las
civilizaciones y es un arma muy poderosa en el juego de la toma del poder
político.
El poder es amoral. Una de las habilidades de los
hombres será aprender a ver circunstancias, en lugar de, simplemente, el bien o
el mal. En el juego por la lucha del poder político los hombres utilizan
estrategias, debido a que es un juego social. Baltasar Gracián, cortesano del
siglo XVII expresaba: “Mucha gente invierte su tiempo en estudiar las
características de animales o de plantas. ¡Cuánto más importante sería estudiar
a la gente con que tenemos que vivir o morir!”. El juego por el poder político
puede tener costos bajos o altos, tal como mencionaría Nietzsche: “El valor de
una cosa a veces no radica en lo que se logra con ella, sino en lo que se paga
por ella, es decir, lo que nos cuesta.”
Lo humano y lo político, ese idilio eterno desde que
existe el hombre.
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