Jorge Roberto Marquez Meruvia[*]
El 8 de noviembre de 2016 los ciudadanos de Estados
Unidos de América irán a las urnas para elegir al próximo presidente. Los dos
partidos más grandes de EE. UU., posiblemente tengan la contienda más fuerte en
muchos años peleando voto por voto. Empero, las elecciones que viviremos en las
próximas horas tienen tintes particulares.
Los partidos políticos más grandes de Norteamérica son
el Partido Demócrata (Democratic Party) y el Partido Republicano (Republican
Party). Ambos partidos tienen ciertas características. Son partidos de comité y
son máquinas electorales. Los comités que conforman estos partidos representan
a la élite norteamericana y los candidatos que van a asumir la oportunidad de
ser parte de la papeleta electoral deben ganar las encarnizadas elecciones
internas de sus respectivos partidos. Se supone que estos comités en sus
respectivos partidos optan por elegir líderes que respondan a ciertas características
norteamericanas.
Es justamente en éste punto que la elección que todos
podremos observar tiene por primera vez a un candidato que es un “magnate” de
los negocios, exageradamente popular debido a programas de televisión donde ha
participado. Una rara especie de Frankenstein de los medios dueño de la
franquicia del Miss Universo y que probablemente muy en el fondo refleja el
accionar del ciudadano norteamericano promedio. Por otra parte, tenemos a una
ex Secretaria de Estado que tiene más de 30 años en el ámbito político y esposa
del Presidente Bill Clinton.
Ambos candidatos luchan por el voto popular, pero,
quienes toman la decisión de quien asumirá el cargo de la presidencia son el
Colegio Electoral (Electoral College). En éste artículo explicaremos como
funciona y cuál será su tarea para la elección del presidente de los Estados
Unidos de América.
El Colegio Electoral se encuentra conformado por un
grupo de personas designadas por cada Estado y tienen la potestad de elegir al
presidente y vicepresidente de los Estado Unidos.
La constitución norteamericana en sus artículo dos,
primera sección, clausula segunda especifica cuantos electores tiene derecho a
tener cada Estado que conforma la Unión. Desde 1964, las elecciones
presidenciales han tenido 538 electores. El número de electores es igual al
total de miembros del Congreso de los Estados Unidos que se encuentra
conformado por: 435 representantes (Cámara de Representantes), 100 senadores y
3 electores del Distrito de Columbia.
Tanto Hillary Clinton como Donald Trump intentan ganar
a los electores de cada Estado para de esa forma superar la barrera de los 270
votos electorales o algo más de la mitad de los 538 votos y de esa forma ganar
la presidencia.
Cada Estado que conforma la Unión recibe un número de
electores que tiene como base el tamaño de su población. Los censos que se
llevan a cabo cada diez años modifican el escenario de los electores en cada
Estado debido a la explosión demográfica. Por ejemplo, California cuenta con 55
votos electorales. Debido a que es un sistema electoral de mayoría simple, el
candidato que gane el Estado por un voto se queda con los 55 electores. Es por esta
razón que los candidatos desean ganar en los Estados con mayor cantidad de
electores como ser: New York (29), Texas (38) y Florida (29). Sumando los
electores de estos Estados el candidato obtendría 96 votos electores. Si ganan en Estados como: Dakota del Norte,
Dakota del Sur, Wyoming, Montana, Vermont, New Hampshire, Connecticut y
Virginia Occidental solamente sumarian 31 votos electorales.
Cada voto cuenta, no importa si es un Estado con
numerosos o pocos electores. Todos los votos son necesarios para llegar a los
270 votos electorales. El momento que nos encontremos delante de nuestras
pantallas de computadora o televisión debemos tener ese número presente. Porque
el candidato que los alcance será el próximo presidente de los Estado Unidos de
América en una de las elecciones más reñidas del siglo XXI.
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