domingo, 30 de abril de 2017

Sobre la reforma a la justicia




Jorge Roberto Márquez Meruvia[*]

En “Ensayos sobre la lucidez” de José Saramago la población decide ir al llamado de las urnas y sorprenden no muy gratamente a la élite política y al gobierno, el resultado del conteo de los votos muestra que el 83% son votos en blanco. Las artes y las letras siempre intentan imitar a la vida, es así que en el año 2011 con las primeras elecciones judiciales realizadas en Bolivia los votos en blanco y nulos fueron del 60%. Tras un golpe tan duro a la legitimidad de las autoridades electas; ahora, nos encontramos nuevamente rumbo a unas nuevas elecciones de autoridades judiciales.

Reformar la justicia en un país como Bolivia es un problema más que complicado. Obviamente, no es un problema totalmente boliviano. En México se creó el término “porkycracia” para denunciar los males de la justicia mexicana y la facilidad que tienen de malearla todos los que tienen cierto capital económico. No solamente es el problema de un país, sino, que también es un problema latinoamericano. Tratar de saber cuáles son las bases de nuestros males con uno de los más importantes poderes del Estado tiene sus raíces históricas. En la época colonial se utilizaba con mucha frecuencia un refrán muy popular: al amigo todo, al enemigo la ley. Debemos recordar que en el Archivo General de Indias ubicado en Sevilla gran parte de la documentación son quejas sobre el sistema judicial.

En la primera elección judicial en Bolivia el gobierno del Movimiento Al Socialismo sacó del debate la meritocracia. Vivimos en un “proceso de cambio”, una revolución y todo aquello que es parte del antiguo régimen debe desaparecer. Ya en camino hacia una segunda elección judicial el régimen revolucionario boliviano acude a la meritocracia y así dejar el mal recuerdo de la baja legitimidad de las actuales autoridades judiciales. El gobierno del Presidente Evo Morales se proclama como uno de los más democráticos del mundo, un claro ejemplo, es el exceso del uso de las urnas ya sea para referéndums o elección de autoridades. Para teóricos de la democracia como Sartori o Dahl, para una democracia es nefasto estar siempre practicando el ejercicio del voto, ya que es la estratagema de los demagogos para seguir en el poder. Maquiavelo en “El príncipe” menciona que el príncipe debe crear la ilusión de que el pueblo es el que elije de acuerdo a las opciones que hábilmente el príncipe les da.

El nuevo proceso de elección de autoridades judiciales trae al escenario político boliviano la incapacidad de hacer lo correcto tanto al oficialismo y la oposición. El gobernante Movimiento al Socialismo sabe muy bien que conduce un “proceso de cambio”, una revolución que no hará ningún tipo de miramientos para hacerse con el control total del poder. Las elecciones judiciales son la excusa para dominar el órgano judicial. Efectivamente, como es el caso de las revoluciones de izquierda es necesario ejercer el control de todos los poderes que son parte del Estado para crear al nuevo hombre y dar a conocer al mundo el famoso “vivir bien”.

Los políticos bolivianos y gran parte de su población tenemos una memoria muy generosa con el olvido. En más de diez años el gobierno del MAS cada día demoniza al “neoliberalismo”. Es en ése periodo en 1991 en el gobierno de Paz Zamora que se institucionaliza la Corte Nacional Electoral, donde tanto el congreso nacional como todos los miembros de los partidos políticos de entonces tuvieron la voluntad de hacer lo correcto y dejar de manosear la CNE que estaba en entredicho por el mal manejo de la “banda de los cuatro” al finalizar la década de los 80 del siglo XX. Nombraron a personajes notables de gran trayectoria y a la cabeza de Huáscar Cajías, Alcira Espinoza, Iván Guzmán de Rojas, Jorge Lazarte y Rolando Costas Arduz devolvieron la credibilidad a la CNE.

En un momento tan crucial para la justicia boliviana es imposible ver la sensatez de nuestra clase política que simplemente dedica sus esfuerzos en dar a conocer sus berrinches mediante los medios de comunicación y no es capaz de buscar en nuestra historia reciente soluciones para hacer lo correcto con la justicia boliviana. Ojalá el ejemplo dado en 1991 para institucionalizar el CNE pueda reflejarse con el órgano judicial, sino, todos los intentos serán vanos y retóricos.             



[*] Politólogo 

domingo, 9 de abril de 2017

65 años de la revolución de abril




Jorge Roberto Márquez Meruvia[*]

Hannah Arendt en “¿Qué es la política?” mencionaba que los mitos y leyendas que circulan en una sociedad con el paso del tiempo se van convirtiendo en verdades indiscutibles. Estás verdades no son criticadas y son altamente aceptadas por amplios sectores de la población. Aquellos que se atreven a criticarlas socialmente pueden ser mal vistos, ya que van contra grandes certezas sociales. En el caso boliviano es Guillermo Francovich quien pone en duda y da a conocer las certezas nacionales en “Los mitos profundos de Bolivia”. Entre esos mitos destacados se encuentra lo que en América Latina conocemos como la Revolución Nacional del 9 de abril de 1952 que junto con la revolución mexicana y cubana son parte importante de la historia del continente.

Muchos allegados al Movimiento Nacionalista Revolucionario (M. N. R.) olvidan que la revolución nacional tuvo aspectos macabros y negativos. Los campos de concentración donde uno de los más famosos es el de Curahuara de Carangas, el exilio de los grandes pensadores bolivianos de ese entonces como por ejemplo: Jorge Siles Salinas y Roberto Prudencio Romencín (del cual entusiastas milicianos revolucionarios quemaron su biblioteca y demás destrozos en su domicilio), y la brutalidad del régimen revolucionario con los milicianos de ucureña a la cabeza de José Rojas quienes serían los autores de la masacre de Terebinto. Esos eventos para gran parte de la población están en un plácido lugar donde habita el olvido. Para los movimientistas, el olvido es terapéutico. Tal como lo mencionaría Freud, el olvido borra de nuestra memoria los malos momentos y hace que nos quedemos simplemente con los buenos y románticos recuerdos. Es por eso que es necesario hacer un repaso por algunos críticos del proceso revolucionario.

Luís H. Antezana menciona: «Si, de manera clásica, imaginamos las posiciones ideológicas en una representación lineal, este eje “nacionalista revolucionario” es un eje oscilante, flexible, en la medida que sus extremos (“nacionalismo”, por un lado, y “revolucionario”, por el otro) tocan y se entremezclan con los ámbitos ideológicos de la “derecha” y la “izquierda” bolivianas. Sin embargo, el NR no es una ideología de “centro”. Por su oscilación es una especie de operador ideológico, un puente tendido entre los extremos del espectro político boliviano, un arco —si se quiere— que comunica la “extrema izquierda” con la “extrema derecha”.»

Silvia Rivera Cusicanqui nos dice: «Para los movimientistas —parientes pobres de la oligarquía y ansiosos de ser reconocidos como ‘occidentales’— había pues una tarea prioritaria: borrar a los indios de la memoria, a la vez que reformarlos hasta en lo más íntimo de sus conductas domésticas. Esta tarea fue retomada por la nueva inteligencia nacionalista, a partir del propio aparato estatal heredado.»



H. C. F. Mansilla al realizar un balance crítico sobre la revolución concluye: «La Revolución Nacional de abril de 1952 en Bolivia fue, en el fondo, innecesaria y superflua. Los efectos modernizantes generados por este proceso hubieran tenido lugar, más tarde o más temprano, bajo un régimen dominado por las élites tradicionales, como ocurrió en la mayoría de los países latinoamericanos. (…) Bolivia sigue siendo uno de los países más pobres de América Latina (…) El análisis comparativo de lo alcanzado en naciones de América Latina y del Tercer Mundo nos muestra la poca originalidad teórica y la mediocridad fáctica del experimento iniciado en Bolivia en abril de 1952.»

Salvador Romero Pittari mencionaría: «La construcción policlasista del Estado Nacional fue severamente desafiada por los hechos, aunque continuó desempeñando el papel de legitimar al gobierno del MNR. Desde los primeros días del régimen, el conflicto entre la facción derechista del partido y las demás, acusadas de hacer el juego al marxismo radical, produjo una ruptura y un primer intento de golpe.
Los sectores medios no constituían un todo homogéneo, ni en el partido ni fuera de él. Algunos se alinearon con la Revolución, otros se pusieron del lado de la oposición pero, a pesar de esas diferencias internas, resultaron mayoritariamente aventajados por las políticas del régimen.»

Bolivia sigue bajo el influjo de la revolución de abril, el D. S. 21060 y la ley de Participación Popular no lograron cambiar los esquemas sociales nacidas en 1952, esto posiblemente sea debido a la inercia cultural. También, es un reto para el Movimiento Nacionalista Revolucionario de superar el pasado glorioso, o simplemente hundirse cada vez más en su ocaso.




[*] Politólogo 

sábado, 1 de abril de 2017

Latinoamérica: las raíces conservadoras bajo las apariencias radicales




Jorge Roberto Márquez Meruvia[*]

          Lo que ocurre en Venezuela, con el autogolpe de Estado y las dubitaciones de Nicolás Maduro; Paraguay, sumergida en la violencia por la imposición de la reelección presidencial por parte de Horacio Cartes; Cuba, con la continuación de la tiranía castrista a manos de Raúl Castro; Nicaragua, y la toma de poder por el matrimonio Ortega Murillo; Ecuador, bajo la sombra vigilante y soberbia de Rafael Correa; y Bolivia, gobernada por Evo Morales quien también es presidente de las “6 Federaciones del Trópico de Cochabamba” con apoyo de los cocaleros.



No debería tomarnos por sorpresa, el autoritarismo y el poco apego a las ideas democrático-liberales encumbran en el poder a los líderes populistas. En “Las raíces conservadoras bajo las apariencias radicales en América Latina” del Dr. H. C. F. Mansilla y el Rincón Ediciones podemos observar claramente el escenario político latinoamericano.



          América Latina tal como menciona el autor tiene fuertemente cimentados dos tradiciones: la primera, la tradición precolombina en la cual el colectivismo y el autoritarismo formaban parte de su estructura, para gran parte del imaginario de la población estás civilizaciones indígenas se encuentran muy idealizadas donde sus hábitos y modos de organización son de un gran respeto a la paz y al medio ambiente; la segunda, la tradición ibero-católica la cual en el nuevo mundo tuvo una actitud bastante laxa con su aporte hacía la filosofía y la teología, donde las artes y la música fueron explotadas con éxito.

          Bajo este escenario Latinoamérica tanto en el período colonial como en el republicano se mueve bajo prácticas autoritarias, colectivistas y la necesidad de un caudillo quien tiene la capacidad de seducir a las masas. Los discursos de estos regímenes tienen como principal característica dicotomías simples las cuales dejan en claro quiénes son los buenos y patriotas, y quiénes son los malos y antipatriotas. También, tiene la habilidad de crear la ilusión de que las masas toman las decisiones importantes del Estado. Nicolás Maquiavelo mencionaba que los príncipes autoritarios tienen la capacidad de llamar a asambleas, convenciones, conferencias y reuniones en las cuales la población cree muy ingenuamente que toman las decisiones supremas para su futuro eligiendo entre las opciones que les da el príncipe autoritario.

Tristemente, la población no tiene la capacidad de darse cuenta que está siendo utilizada para fines distintos como ser las ansias de poder de los gobernantes. Estas clases dirigentes con rasgos radicales en sus discursos terminan suplantando a las viejas élites haciendo grandes fortunas a partir del control del gobierno.



             Estos procesos “revolucionarios” son interesantes en el campo de la retórica y no tienen la capacidad de cambiar la realidad. Un claro ejemplo es la revuelta de monjes anabaptistas de Müster en 1534 a la cabeza de Jan van Leiden. La revuelta comienza por el abuso de la aristocracia sobre la población y Jan van Leiden con un discurso con características místico-sensuales: igualdad entre los hombres y puritanismo religioso siembra las bases de la nueva sociedad. Siguiendo las ideas de Platón se implanto el pensamiento único y se condenó a muerte a todos aquellos que pensaban diferente (expulsión de los poetas). Muy rápidamente la nueva élite hizo grandes fortunas, adopto un modo de vida lleno de lujos y para cumplir sus caprichos exploto a la población.



La irracionalidad llevada a cabo para crear al “nuevo hombre” llego a excesos como por ejemplo, que Leiden tenía un pequeño harem de dieciséis doncellas para goce propio. Estos abusos terminaron cuando la misma población abrió las puertas de la ciudad a los ejércitos de la aristocracia para retomar el poder.



Los regímenes populistas en América Latina no distan mucho del macabro escenario de Müster en 1534. Las tradiciones colectivistas de gran parte de América las cuales se encuentran fuertemente arraigadas no aceptan el accionar y el pensamiento individual. Siendo peligroso para estos regímenes que los individuos logren su singularidad y empiece a florecer la inteligencia creativa. El Dr. H. C. F. Mansilla en ejercicio de su singularidad y con una actitud humilde como el dudar y el desencanto nos da una mirada diferente de los latinoamericanos, que posiblemente no sea del agrado de muchos ya que no sigue con la retórica convencional a las cuales nos encontramos acostumbrados.



[*] Politólogo