Jorge Roberto Márquez Meruvia[*]
En Bolivia el Código del Sistema Penal Boliviano
promulgado por el presidente en ejercicio Álvaro García Linera, nos demuestra
por un lado: que la revolución comenzada hace más de diez años no tiene frenos,
que el debate, el diálogo son cosas del pasado neoliberal y prerevolucionario.
Al momento de promulgar el código nos demostró el carácter totalitario del
Movimiento Al Socialismo: “las cosas están
consumadas he firmado el nuevo código de procedimiento penal, se acabó el
debate ya no hay nada más que hacer. Hay que aplicar el Código”; por otro lado,
nos demuestra el deficiente trabajo parlamentario, no solamente de la
oposición, sino también del oficialismo. Aunque a estos últimos quedan
indultados por la historia, debido a que las revoluciones barren con todo lo
que tienen en frente, su accionar siempre será desastroso, tal como lo
evidencia Walter Benjamin en su Tesis
sobre la filosofía de la historia donde el Angelus Novus tiene un parecido
similar al ángel de la historia que avanza sin cesar y cuando para y observa
para atrás ve el desastre acaecido por su furibundo paso, lo mismo sucede con
las revoluciones.
Los
médicos en Bolivia se encuentran cerca de los 40 días de paro, debido al
artículo 205 del Código del Sistema Penal que criminaliza la profesión de la
medicina, los días pasan y radicalizan la protesta, huelgas de hambre y bloqueos
de avenidas, calles y carreteras de parte de profesionales en salud se
establecen en todo el territorio. Empero, esto no parece molestar en lo más
mínimo al gobierno que dio un ultimátum a los dirigentes del Colegio Médico de
Bolivia, ya que la salud pública depende del Estado, el gobierno tiene la
posibilidad de restituir el servicio a la población a mediados del mes de enero
de 2018 con médicos llegados de Cuba y Venezuela. Así minimizar el conflicto y
quitar una medida de presión a los galenos. El presidente Evo Morales en vez de
realizar una apertura al diálogo mencionó: “No es posible que algunos médicos
ya se sientan como confesos en temas de negligencia médica, cuestionar el artículo 205 del Código
significa ser confesos en negligencia médica”.
Aunque
los médicos tomaron medidas extremas, son habituales y casi parte del acervo del
folclore nacional. El conflicto va más allá de los médicos, ya que diferentes
colegios de profesionales como el de abogados, los ingenieros y los auditores,
junto con el sector del transporte se van plegando a la protesta. Los
dirigentes de los profesionales en abogacía mencionan que el código es un homúnculo,
que el artículo 205 no solamente criminaliza la práctica médica; sino también, criminaliza
todas las profesiones y oficios. El código además criminaliza la protesta en un
artículo denominado “atribución de los derechos del pueblo”. De esta forma
avanza la revolución democrática y cultural en Bolivia, criminalizando y
quitando libertades de todos los ciudadanos que se oponen al régimen.
Lo
que nos debe llamar la atención es el nulo trabajo parlamentario, donde
nuestros representantes se han olvidado que la Asamblea Legislativa
Plurinacional más allá de ser una máquina creadora de leyes (a favor del
régimen) es un lugar de debate y diálogo. Ya a mediados del siglo XX, Manuel
Rigoberto Paredes en Política Parlamentaria en Bolivia mencionaba: “La ineptitud intelectual constituye
en política una gran cualidad” y podemos evidenciarlo en la
actualidad. Nuestros legisladores, del oficialismo y la oposición no tienen
ningún tipo de sonrojo, ya que al momento de tratar el Código del Sistema Penal
Boliviano desconocían sobre la existencia de la bioética y de sus cuatro
principios: de autonomía, de beneficencia, de no maleficencia y de justicia.
Estos cuatro principios son parte de la profesión médica y son negados por el
código creado por nuestros congresistas. Ante su ineptitud, los médicos, los profesionales
en diferentes áreas y el gremio del transporte parecen sumarse a las medidas
tomadas por los galenos, ya que nuestros representantes fracasaron al realizar
su trabajo. Los errores de nuestros parlamentarios, deben encontrar
lamentablemente soluciones en las calles.
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