Jorge Roberto Marquez Meruvia*
El COVID-19 va azotando al mundo. Las potencias como
Estados Unidos de América caen ante su azote. El sistema de salud mundial fue
rebasado, claro ejemplo de esto, es el desborde de la sanidad en Italia,
Francia y España, por mencionar algunos. Aunque, existen excepciones como las
del Japón y Corea del Sur. Obviamente, gran parte de los países del mundo no
tienen la suerte, ni los recursos, ni la capacidad de estos últimos.
La pandemia llegó a Bolivia y era inevitable. El
COVID-19 nos encontró con lo que tenemos para combatirlo, con recursos escasos
como en gran parte del planeta. Sin embargo, tomamos las acciones
correspondientes para poder paliar su paso por nuestro territorio. Empero, ante
la urgencia cometimos errores. El Órgano Ejecutivo es el responsable de la
repatriación de nuestros connacionales al país, la mala coordinación en el
gabinete ministerial los dejó varados en la frontera, después de haber
trabajado en conjunto las cancillerías de Bolivia y Chile. Por suerte, tras el
error fatal cometido, el Ejecutivo rectificó y nuestros conciudadanos
ingresaran al país.
Lo que debemos resaltar es el trabajo que realiza el
departamento de Oruro, la coordinación y cooperación de todas sus autoridades.
Tanto la gobernación como los municipios trabajan en conjunto. Desde el haber
declarado la cuarentena y el alto de la circulación interdepartamental e interprovincial,
que fue una de las medidas adecuadas. El SEDES de este departamento actuó tal
como la emergencia ameritaba.
Debemos aprender como país una de las lecciones
importantes que nos da Oruro. La coordinación y cooperación son cruciales, al
igual que los recursos que tengamos para luchar contra el coronavirus. Nos
encontramos en un momento de crisis donde todos los bolivianos estamos en
riesgo.
Intentar politizar el momento mediante cálculos
políticos es una barbaridad. Lo sabemos muy bien, estamos en un gobierno
transitorio y debemos ir a elecciones generales, pero debemos preservar el bien
mayor, que es la vida de todos nosotros. Los candidatos deben recordar que los
muertos no votan y deben ser muy conscientes de los mensajes que dan a la
población. Tanto a ellos como a las autoridades gubernamentales de todos los
niveles del Estado, les vendría bien recordar una máxima del ex Primer Ministro
del Reino Unido, Benjamin
Disraeli: “No hay mas sabiduría que la sinceridad”.
La
crisis sanitaria obliga a nuestras autoridades a trabajar como hombres de
Estado. Despojarse de la mezquindad de los colores políticos y la ideología,
que han sido superadas por la realidad. Cada uno de nuestros gobernantes debe
demostrar que se encuentran a la altura de las circunstancias y que no deben
sus cargos a un golpe de fortuna. Deben comprender que la mejor forma de llevar
adelante la crisis sanitaria es mediante un trabajo coordinado y cooperativo.
Tras
las medidas asumidas hace ya un par de semanas, debemos estar conscientes que
nos encontramos en la curva exponencial del virus y el ejemplo que tenemos del departamento
de Oruro. De nada sirve echar culpas entre actores y gestiones anteriores,
nuestra vida se encuentra en juego. Debemos ser optimistas porque en estos días
el gobierno va demostrando que la única forma de pasar la pandemia es
trabajando entre todos e ir creando el futuro que queremos cuando pase la
crisis.
Posiblemente
nos gane el pesimismo y creamos que todo se encuentra perdido, pero siempre hay
una luz al final del túnel. La promulgación de la ley para diferir créditos y
reducir al 50% las facturas de los servicios básicos por parte del Ejecutivo,
es una muestra del trabajo que van realizando de manera coordinada y
cooperativa con el Legislativo.
El
gobierno en todos los niveles del Estado, va mostrando que son conscientes de
las circunstancias que estamos pasando y que se van preocupando por cada uno de
los bolivianos. Asimismo, debemos recordar que la batalla que daremos a la
pandemia es con los recursos que tenemos y que aunque es complicado debemos
quedarnos en casa. El futuro nos espera.
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