Jorge Roberto Marquez Meruvia*
El 2018 entra en el escenario político nacional el
Frente Revolucionario de Izquierda. Partido fundado en 1978 teniendo como líder
histórico a Oscar “Motete” Zamora. El FRI fue un partido gravitante en las
décadas del 80 y 90 del siglo XX, entre sus hitos importante fue ser parte del
“acuerdo patriótico” y miembro de la conocida “megacoalición”. A principios de
los años 2000 se fue convirtiendo en un partido regional, ubicado únicamente en
Tarija. Realizó un par de acuerdos sin éxito: el primero, el 2014 con Samuel
Doria Medina y Rubén Costas para la alianza entre Unidad Nacional y el
Movimiento Demócrata Social (Unidad Demócrata); el segundo, apoyar a Carlos
Mesa como candidato a la presidencia. En ambos casos perdieron las elecciones.
El FRI es la base de Comunidad Ciudadana, alianza
encabezada por Carlos Mesa que perdió dos elecciones consecutivas.
Independientemente de las derrotas sufridas el FRI ganó y un ejemplo de esto es
el lograr un escaño y ser miembro de la directiva de la Cámara de Diputados de
Walter Villagra, Secretario General del partido. Comunidad Ciudadana se ufana
de tener superioridad moral por sobre todos los partidos políticos de la
actualidad y ser la base de la renovación política. Esto último resulta
paradójico, ya que su líder es el mayor de muchos otros jefes de partidos.
Mencionan la capacidad de varios de sus integrantes que tienen un capital
cultural alto a diferencia de la competencia, pero que recién van aprendiendo
sobre el accionar político. Para ellos la realidad no parece ser importante, lo
que tiene relevancia es lo que ellos imaginan, o creen cómo deben funcionar las
cosas, siendo un ejercicio de todos sus integrantes darlo a conocer en los
medios de comunicación. Podemos agregar también, la filantropía con dineros del
Estado.
Nicolás Maquiavelo escribía: “Pero siendo mi intención
escribir algo útil a quien lo entienda, me ha parecido conveniente ir detrás de
la verdad efectiva de la cosa que de la imaginación de ella. Muchos se han
imaginado repúblicas y principados que no se han visto jamás ni fueron
conocidos en la realidad. Porque está tan lejos el modo como se vive de aquel
como se debería vivir, que quien deja aquello que se hace por aquello que
debería hacerse aprende antes la ruina que su preservación.” El realismo que
describe el florentino es desgarrador y el realismo prevalece antes que las
buenas intenciones y los deseos. La realidad no se va modificar por el simple
hecho de declararlo al universo y aunque no nos guste lo que vemos, debemos
tener la capacidad de aceptar lo que nos rodea.
El problema mayúsculo de Comunidad Ciudadana es no
aceptar la realidad y pensar ingenuamente en sus deseos y fantasías. La campaña
de Carlos Mesa para la presidencia con la idea del voto útil, pedir bajarse a
los demás contendientes y los perfiles de sus candidatos en las elecciones
subnacionales son ejemplos de esto, lo ideal ante la realidad. Waldo Albarracín
comienza su primer día de candidato mencionando que declinaría su candidatura
en caso de no encontrarse en una posición expectante en las encuestas, ojalá
cumpla su palabra porque es complicado que se encuentre entre los primeros
lugares. Gary Añez parece ser el candidato obligado que tras desconocer la ley
026 del régimen electoral inhabilitó su candidatura horas después de
inscribirse. El caso del candidato cruceño y su pelea por seguir en carrera es
insostenible, ya que existe precedente. El actual vocero presidencial, Jorge
Richter fue candidato a diputado por Cochabamba por Nueva Fuerza Republicana y
al momento de inscribirse su nombre todavía figuraba en los créditos del
quincenario “Tiempo Político”, siendo inhabilitado, sin contemplaciones.
La política es una profesión y sus actores deben
asumirlo así. El no hacerlo es comenzar un camino signado por el fracaso y
parece ser el destino tomado por Comunidad Ciudadana.
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