Jorge
Roberto Marquez Meruvia[*]
Entre
octubre y noviembre de 2019 se vivieron días de rebelión en las ciudades
capitales del país que fue copando también las ciudades intermedias. No fue un
hecho casual, sino que vino cultivándose durante mucho tiempo. Comenzó con el
referéndum constitucional de 2016 que le negó ser reelecto nuevamente a Evo
Morales, la respuesta gubernamental ante los datos que le demostraban su
primera derrota fueron garrafales. Hablaron de empate técnico y en vez de
reinventarse, prefirieron seguir adelante a pesar de la derrota. Eligieron el
desgaste inminente como salida práctica al no tener un plan alternativo.
Al
otro lado del escenario tenemos a una oposición no muy brillante y diversos
grupos de activistas que desconocían a los primeros como sus representantes.
Los jóvenes y ciudadanos que tomaron las calles lo hicieron por voluntad propia
sin necesidad de políticos y política. Tras las movilizaciones y del apogeo de
activistas de toda laya el desenlace inesperado ocurrió: Evo Morales renunció a
la presidencia. La algarabía tomó las calles, pero los políticos tomaron el
poder. Así fue que descubrieron que el poder y la política tienen sus propias
reglas del juego y que deben conocerlas, respetarlas y que no van a cambiar por
el idealismo exacerbado que tengan.
Todos
los que quieran participar en política deben considerar la cruda realidad. Al
respecto el maestro florentino nos decía: “Pero siendo mi intención escribir
algo útil a quien lo entienda, me ha parecido conveniente ir detrás de la
verdad efectiva de la cosa que de la imaginación de ella. Muchos se han
imaginado repúblicas y principados que no se han visto jamás ni fueron
conocidos en la realidad. Porque está tan lejos el modo como se vive de aquel
como se debería vivir, que quien deja aquello que se hace por aquello que
debería hacerse aprende antes la ruina que su preservación.” El peso de la
realidad siempre terminará definiendo el juego del poder.
La
mala lectura de la realidad del gobierno transitorio, de la oposición en
general y de los diversos grupos de activistas llevó a su movimiento al
fracaso. Podemos añadir que personajes funestos como Arturo Murillo, entre
otros, sepultaron cualquier intento de la toma de poder. ¿Cuál fue su error? La
respuesta puede sorprendernos: no tuvieron la capacidad de ver el panorama
completo del escenario en el llevaban sus acciones. Todos tenían algo en común,
un sentimiento antiMAS y antiEvo. Al momento de convertirse en realidad su
máximo deseo se quedaron sin discurso, sin enemigo y sin ideas. Dejaron de lado
el diálogo que trajo buenos resultados al principio del gobierno y lo
abandonaron por la violencia y el miedo.
Los
activistas fueron reciclados en las diversas candidaturas para las elecciones
generales y actualmente tienen un par de curules parlamentarios donde su
desempeño es regular, niegan la realidad, sus cargos y siguen en la faceta de
activistas.
Los
21 días, la rebelión que pretendía cambiar el país fue traicionada por sus
propios actores. Carlos D. Mesa, fue a la caza de activistas y de todos los
grupos que lo veían como opción, el FRI un partido periférico le prestó su
sigla para entrar a la elección. Jorge Quiroga, cometió el error de todas las
elecciones en las que participó, jamás conformó un partido y toda su estructura
era formada con lo que encontraba en el camino. Luis Fernando Camacho, pensó
que podía ser presidente y encontró cortesanos que le siguieron el juego.
Jeanine Añez, fue una figura manipulable por quienes soñaban con tener poder y
se subieron todos los que pudieron a su campaña con la esperanza de no dejar Palacio
Quemado.
¿Qué
les faltó? Ir más allá del sentimiento antiMAS y antiEvo. Ninguno tiene una
visión más allá del enemigo y su existencia se encuentra supeditada a ellos. No
tienen una visión de país, no le hacen soñar a la población con otra forma de
hacer las cosas y cambiar la realidad. Simplemente, tienen la capacidad de
hablarnos de la incapacidad del oficialismo y de los agravios que reciben a
diario. La oposición tiene tres caminos a tomar: reinventarse, morir o comenzar
de cero y no deben olvidar de lo importante que es la política y que es una
profesión.
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