martes, 27 de octubre de 2015

Apuntes sobre la Democracia para políticos bolivianos II

Jorge Roberto Marquez Meruvia[1]


          Hace 33 años Bolivia goza de la democracia de manera ininterrumpida, una democracia muy criolla, exageradamente a la boliviana. Estos 33 años pueden ser fielmente descritos por una frase lanzada en la década del 60 del siglo XX por Sergio Almaraz Paz: “Bolivia es el país donde todos es mezquino, menos el sufrimiento”, para escenificar el irreflexivo accionar del político boliviano, también podemos agregar a Tom y Vinicius: “a insensatez que voce fez…”. En un ejercicio ciudadano, de curiosidad por el significado de las cosas vamos a continuar con la hercúlea tarea de repasar ese extraño y al mismo tiempo lejano concepto que le denominamos democracia.

En la Grecia clásica Herodoto nos narra uno de los primeros conflictos entre las tres formas de gobierno. Otanes, Megabizo y Darío discuten acaloradamente sobre      la futura forma de gobierno de Persia. Darío, hace una excelente apología de la monarquía; Megabizo, brillantemente nos menciona el arduo trabajo de la aristocracia; y Otanes, toma la defensa por el gobierno popular llamado “isonomía” (igualdad frente a la ley o, igualdad de las leyes) bajo el siguiente argumento: “cómo cabe en realidad que la monarquía, a cuyo capricho es dado hacer impunemente cuanto se le antoje, pueda ser un gobierno justo y arreglado.” A lo cual Darío responde (apoyado a Megabizo): “Nada hay […] más insolente en el querer que el vil y soez populacho” gobierne, ya que “a manera de un impetuoso torrente lo abate y arrastra todo.”

Platón en la “República” donde nos describe a las cinco formas de gobierno: aristocracia, timocracia, oligarquía, democracia y tiranía, donde la única rescatable es la aristocracia, ya que “nace, pues, la democracia, creo yo, cuando los pobres, victoriosos de sus contrarios, matan a unos, destierran a otros, y comparten igualitariamente con los que quedan el gobierno y las magistraturas, que en este régimen, además, suelen cubrirse por sorteo.” También, define a la democracia como “gobierno del número” y “el gobierno de los muchos” o “de la multitud”. En su división de formas buenas y malas la democracia es la menos buena de las formas buenas y la menos mala de las formas malas: “Bajo cualquier consideración es cansancio, y no combina mucho de bueno ni de dañino, en comparación con las otras formas, porque en ella están desmenuzados los poderes en pequeñas fracciones, entre muchos. Por eso de todas las diversas formas legales, es ésta la más infeliz, mientras que de todas las que están contra la ley, es la mejor, y si todas son desenfrenadas, es en la democracia donde se vive mejor; en cambio sí son bien ordenadas, es en ella donde es menos agradable vivir”. En las “Leyes” la democracia es bautizada como el régimen “de la libertad demasiado desenfrenada”.

La tipología aristotélica, la cual distingue tres formas puras y tres formas corruptas, según quien haga uso del poder, ya sea con interés general o propio, el “gobierno de la mayoría” se distingue del gobierno de pocos, es llamado “politia” y la democracia es asignada a la forma corrupta, definida como el gobierno “con ventaja de los pobres”. De la democracia entendida en el sentido más amplio Aristóteles subdistingue cinco formas: la primera, ricos y pobres participan en las mismas condiciones (la mayoría es popular únicamente porque la clase popular es la más numerosa); segunda,  los cargos públicos son asignados sobre la base de un censo muy bajo; tercero, son admitidos en los cargos públicos todos los ciudadanos excepto los privados de los derechos civiles luego de un procedimiento judicial; cuarto, son admitidos a los cargos públicos todos los ciudadanos sin distinción; y quinto, sean cuales fueren los derechos políticos, es la masa y no la ley la que se considera soberana (domino de los demagogos, la forma corrupta del gobierno popular).

El ejercicio de sensatez en una sociedad informal como la boliviana, es una labor muy mal vista y es por eso que gracias a estos apuntes, me gane el desprecio de la población en general y como mencionaría Javier Krahe: “gracias a mi conducta vagamente antisocial temo no verme nunca encaramado a un pedestal: no alegrará mi efigie el censo de monumentos” al igual que: G. Francovich, A. Costa du Rels, A. Chirveches, A. Arguedas, HCF Mansilla y un largo etcétera.



[1] Politólogo

miércoles, 7 de octubre de 2015

Apuntes sobre la Democracia para políticos bolivianos



Jorge Roberto Marquez Meruvia[1]


          Los medios de comunicación y los políticos bolivianos con formidable destreza cantinflesca pusieron en la palestra pública un interesante debate sobre qué es y a dónde nos lleva la democracia. Tristemente, ambos (conductores de televisión y los políticos) no tenían idea de lo que estaban hablando, costumbre que ya es habitual en televisión; por otra parte, al tomar un concepto tan complicado y desconocido por ellos, también tocaron temas como la valentía y el no ser temerosos en la próximas elecciones generales –no olvidemos que en febrero de 2016 será el referéndum para la re-postulación del presidente y vicepresidente que actualmente están en ejercicio-. Así como los medios de comunicación tienen la manía de desinformarnos diariamente y de convertir en farándula nuestra pobre coyuntura –algo que aceptamos sin poner resistencia- no deberíamos permitir que los representantes y líderes políticos desconozcan esa democracia de la cual tanto hablan y defienden.

Tenemos que tomar en cuenta que un país como Bolivia y en gran parte de los estados de América Latina “que dan el paso a la democracia no llegan a la democratización total, o dan la impresión de haberse atascado en el camino”[2]. Este atascamiento democrático explica el comportamiento del político boliviano y de gran parte de los políticos del Tercer Mundo, los cuales en sus acciones demuestran una capacidad innata para “la preservación de la rutinaria cultura política del autoritarismo y una visión meramente instrumental de la democracia”[3] con el uso de dicotomías extremadamente simples para deleitar los delirios de gran parte de la población, como por ejemplo: la patria vs los vende patria. También, debemos mencionar al maniqueísmo político-ideológico donde la “estrategia política más  conveniente no es impulsar una programática propia, clara y distinta, sino tratar de suprimir o, por lo menos, debilitar al contrario, con lo que ya se habría avanzado considerablemente en la consecución de los fines propios”[4].  

Estos apuntes que son introductorios van para aquellos representantes y líderes políticos (algo atolondrados) los cuales gracias al pueblo dirigen los destinos de Bolivia. 

La democracia es un término que dentro la teoría contemporánea viene de tres tradiciones históricas del pensamiento político: la primera, la teoría clásica la cual es transmitida por medio de la teoría aristotélica, la cual nos muestra tres formas de gobierno donde la democracia es el gobierno del pueblo, donde deciden los ciudadanos o, aquellos que gozan del derecho ciudadano y se distingue de la monarquía (gobierno de uno) y de la aristocracia (gobierno de pocos); la segunda, la teoría medieval que es una derivación romana de la soberanía popular con base en la contraposición de la concepción ascendente a la concepción descendente, donde la soberanía (poder supremo) deriva del pueblo y tenga la capacidad de ser un poder representativo; y la tercera, la teoría moderna nacida con el surgimiento del Estado moderno formada por grandes monarquías, donde sus formas históricas de gobierno esencialmente son monarquía y república.

El problema de la democracia, de sus características y su prestigio es tan antiguo y tan complicado como la existencia del ser humano. Su significado ha sido repropuesto y reformulado en todas las épocas. En Bolivia en estos tiempos de cambio estamos tratando de manera desordenada crear un nuevo significado. Desgraciadamente nuestros representantes, líderes políticos, posiblemente sus asesores y aduladores más cercanos también desconozcan esa palabra que dicen resguardar para el bien de toda la población.

Estos párrafos tratan de ser ese ejercicio de sensatez que necesita la sociedad boliviana en su conjunto y ser la introducción de aquello que conocemos como democracia.



[1] Politólogo
[2] Anthony Giddens, Un mundo desbocado: los efectos de la globalización en nuestras vidas
[3][3] H.C.F. Mansilla, Las flores del mal en la política
[4] H.C.F. Mansila, Las flores del mal en la política

jueves, 20 de agosto de 2015

¿Cuántas más hacen falta para qué cambiemos?



Jorge Roberto Marquez Meruvia[1]

          ¿Recuerdan a Sophia Calvo Aponte?, posiblemente la respuesta sea no. Seguramente los familiares sean los que la recuerden y la mantengan viva en la memoria. Fue Sophia quien en agosto de 2014 reunió a aproximadamente 4000 personas en el atrio de la catedral de la basílica de San Lorenzo exigiendo por la paz. Sophia Calvo Aponte es una víctima más de la violencia y del feminicidio en Bolivia. Su perdida convoco en Santa Cruz de la Sierra un gran despliegue por parte de la sociedad civil y de los medios de comunicación, a los pocos meses quedo en el olvido, junto con otras muchas mujeres que pasan por este vía crucis. Para los medios de comunicación muchas de estas mujeres dejan de ser personas y quedan convertidas en simple estadística en las unidades policiales de lucha contra la violencia, parafraseando a Galeano: “mujeres que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local”.

Desgraciadamente, es ahora Andrea Aramayo Álvarez una víctima más de una sociedad que no quiere y no le da la gana de cuestionarse, un dato más de una mujer a la cual le quitaron la vida. La Paz es la ciudad que ahora se viste de luto e indignación. Andrea, Shopia y quizá una larga lista de mujeres que un día unos “machos” acabaron con sus sueños, sin pensar en la consecuencia de sus actos y probablemente muchos de estos varones gocen de impunidad dentro del sistema judicial boliviano: lento y que puede ser comprado por el mejor postor. Los agresores, los asesinos, aquellos que siguen sueltos y que no se inmutan por sus actos, ahora están por las calles como si nada pasara. El caso de Andrea, nos muestra que no importa el estrato social del agresor y nos da luces de las decadentes élites sociales y su comportamiento.

William Kushner Dávalos, quien se supone que es miembro de una muy buena familia paceña, de una cómoda posición económica es autor de la brutalidad de cegar la vida de Andrea. Probablemente su accionar sorprendió a gran parte de la población ya que él es parte de las pocas familias de élite de la sociedad boliviana; sin embargo ya en 1930 Carlos Medinaceli sostuvo que los que se definen como la clase alta boliviana son “desaristocratizada”, presentada únicamente “la cholería del amor al lujo, a las comodidades, a la vanidad de aldea”[2]. También H. C. F. Mansilla menciona: “…nuestras élites, cuyos miembros representan a menudo palurdos enriquecidos súbitamente, vanidosos sin refinamiento, torpes sin clemencia, seres a los cuales literalmente el humo se les subió a la cabeza para no bajar nunca más. Hay que ver el desprecio con que tratan a sus subordinados (son temidos por sus secretarias y el personal de servicio) y cómo se humillan ante los que son más poderosos que ellos.”[3]

Nuestra sociedad se encuentra en un punto crucial: cambiar y dejar de lado nuestras perniciosas costumbres, o hacer de Andrea una víctima más y un dato estadístico de feminicidio.



[1] Politólogo
[2] Carlos Medinaceli, Carta a José Enrique Viaña, La Paz, 10 de diciembre de 1930
[3][3] H. C. F. Mansilla, El carácter conservador de la nación boliviana, Editorial El País, 2da. Edición, 2010

martes, 21 de julio de 2015

Sobre la mirada crítica a la obra de René Zavaleta Mercado




Jorge Roberto Marquez Meruvia[1]

          El 5 de junio en la Feria internacional del libro de Santa Cruz de la Sierra tuve la suerte de comentar uno de los últimos libros de H. C. F. Mansilla: Una mirada crítica sobre la obra de René Zavaleta Mercado. Tengo el honor de comentar esta obra en la Feria internacional del libro de La Paz el próximo 6 de agosto. Para quienes no conocen la obra de H. C. F. Mansilla en sus Memorias razonadas de un escritor perplejo, menciona que pertenece al bando de los perdedores (su familia perdió propiedades y renombre social tras la revolución de abril de 1952), estudio ciencias políticas en la Universidad libre de Berlín y a pedido de Max Horkheimer –a quien conoció personalmente- aplicando la teoría crítica estudia hace ya bastante tiempo América Latina y Bolivia.

En Una mirada crítica sobre la obra de René Zavaleta Mercado, Mansilla nos dice: “Los escritos zavaleteanos deben su éxito, entre otros motivos, al hecho de que comparten los prejuicios de una buena parte de la población y apelan constantemente al memorial de agravios de la nación profunda. Estos pre-juicios colectivos contienen porciones dolorosas del propio pasado y, por ende, una representación de verdad indudable para la sociedad involucrada. El cuestionar estos pre-juicios significa poner en duda una especie de dogma nacional: una labor siempre mal vista”. Zavaleta Mercado un hombre apasionado utilizando los mitos más profundos de la bolivianidad como base de su obra, logro y logra tener gran estima de los sectores intelectuales y de la izquierda del país. “Los mitos, las leyendas y las tradiciones de amplio alcance nos liberan de la pesada carga que es pensar de manera crítica, responsable y autónoma. Para muchos la libertad política se asemeja a un lastre incómodo y amenazante; el adherirse a una ideología que lo explica casi todo (como muchos mitos fundacionales) es percibido como un merecido alivio.”

Para la mayoría de la población y siendo Zavaleta Mercado un intelectual con mucha estima en círculos intelectuales y de la izquierda nacional, su obra expresa sin ningún tipo de error los miedos y aspiraciones de gran parte de las masas. “… todo cuestionamiento de este mito es percibido como fastidioso, deshonesto y hasta peligroso.” Según H. C. F. Mansilla la obra de René Zavaleta Mercado es complicada-alambicada y barroca; ese estilo da a Zavaleta Mercado la fama de un pensador profundo y que entiende las fibras más sensibles de la patria. “Zavaleta no incurrió en ningún falseamiento de la historia boliviana, pero interpretó los hechos históricos (relativamente pocos y estos en forma reiterativa) de tal manera que los amoldó a una doctrina preconcebida: el nacionalismo con elementos socialistas.”

Hasta su muerte René Zavaleta Mercado creía de forma dogmática que el proletariado minero era la base de la revolución en Bolivia. Un proletariado minero que para la década del 80 del Siglo XX se encontraba en decadencia. Para finalizar, Mansilla menciona: “El mejor homenaje a un clásico es un tratamiento crítico de su obra, no uno celebratorio. Así se mantiene vivo su pensamiento.”



[1] Politólogo

viernes, 10 de julio de 2015

Una mirada crítica sobre la visita de Francisco



Jorge Roberto Marquez Meruvia[1]

          Bolivia tristemente es un país muy precario, prosaico y aburrido. La visita del Papa Francisco lo demuestra, claro ejemplo: el rol de los medios de comunicación. Después de tres días donde los medios no pararon de hablar de Francisco y sus reacciones; los periodistas (en especial de televisión) resultaron ser fervientes creyentes del credo católico y sin dudarlo ni un minuto, y guiados ciegamente por la emoción del momento, explicaron coincidencias mundanas como, por ejemplo: el clima, y los cielos despejados tanto en La Paz como en Santa Cruz de la Sierra se debían a la presencia de Francisco. También debemos recordar que un regalo del Presidente Morales Ayma causó revuelo por simple desconocimiento de los más conocidos y populares líderes de opinión, ni que decir de algunos políticos que se rasgaron las vestiduras. Sobre ese hecho Daniel Mercado, SJ nos dice algo muy importante: “Si Luis Espinal sobrevive en nuestra memoria no es para tranquilizar conciencias, darnos una palmada en el hombro mientras ante la injusticia preferimos mirar a otro lado. Su vida, escritos y arte, también el controvertido crucifijo, están ahí interpelándonos. Luis nos recordará siempre, una y otra vez, a todos los creyentes que «una religión que no tenga la valentía de hablar a favor del hombre, tampoco tiene derecho de hablar a favor de Dios».

Desgraciadamente, la ciencia tiene como principal característica la del escepticismo y a través del cual pretendo analizar la participación de su Santidad Francisco en el II Encuentro Mundial de Movimientos Populares. Sobre este particular encuentro, podemos mencionar que cimienta sus ideales sobre los laureados valores revolucionarios y en grandes mitos sobre la pobreza de sus pueblos. Los movimientos populares, cumplen una labor fundamental para los gobiernos populistas: son los pilares simbólicos y discursivos de estos regímenes. Obviamente, la presencia del Papa le dio a esta peculiar reunión un toque sagrado, la intervención de Francisco simplemente fue volver a poner en debate los cinco puntos importantes de la encíclica “Laudato Si”, los cuales son: el calentamiento global es real, ya que existe “un consenso científico sólido” y debemos tomar medidas al respecto; la destrucción del medio ambiente es el resultado de la actividad humana, que tiene como bases el “consumismo inmoral” y “la tecnología basada en combustibles fósiles muy contaminantes –sobre todo el carbón, pero aún el petróleo y, en menor medida, el gas- necesita ser remplazada progresivamente y sin demora”; los países ricos tienen una “deuda ecológica” con los países pobres, explicando esto teniendo como base la teoría de la dependencia (centro ricos y periferias pobres) y al “concepto mágico del mercado”; insto a que el trabajo por el medio ambiente necesita de instituciones internacionales fuertes, “es esencial lograr un consenso global para enfrentar problemas más profundos que no pueden ser resueltos por las medidas unilaterales de países individuales”; presión a los líderes políticos y el sacrificio individual, “muchos de aquellos que tienen más recursos y poder económico y político parecen concentrarse en sobre todo en enmascarar los problemas o en ocultar los síntomas, tratando sólo de reducir algunos impactos negativos del cambio climático”.

Tristemente, la participación de Francisco será utilizada por los aparatos de propaganda de los regímenes populistas para “mostrar” que el sentimiento de los pueblos y los gobiernos que encabezan este interminable e incansable proceso del cuidado de la madre tierra es respaldado por el vicario de Cristo y que tienen su bendición para seguir cambiando al mundo como lo hacen, o pretenden hacerlo. Como diría Joan Manuel Serrat: “Dios echó al hombre del Edén, por confundir lo que está bien con lo que le conviene”.     




[1] Politólogo

jueves, 9 de julio de 2015

Sobre la mirada crítica a la obra de René Zavaleta Mercado




Jorge Roberto Marquez Meruvia[1]

          El 5 de junio en la Feria internacional del libro de Santa Cruz de la Sierra tuve la suerte de comentar uno de los últimos libros de H. C. F. Mansilla: Una mirada crítica sobre la obra de René Zavaleta Mercado. Tengo el honor de comentar esta obra en la Feria internacional del libro de La Paz el próximo 6 de agosto. Para quienes no conocen la obra de H. C. F. Mansilla en sus Memorias razonadas de un escritor perplejo, menciona que pertenece al bando de los perdedores (su familia perdió propiedades y renombre social tras la revolución de abril de 1952), estudio ciencias políticas en la Universidad libre de Berlín y a pedido de Max Horkheimer –a quien conoció personalmente- aplicando la teoría crítica estudia hace ya bastante tiempo América Latina y Bolivia.

En Una mirada crítica sobre la obra de René Zavaleta Mercado, Mansilla nos dice: “Los escritos zavaleteanos deben su éxito, entre otros motivos, al hecho de que comparten los prejuicios de una buena parte de la población y apelan constantemente al memorial de agravios de la nación profunda. Estos pre-juicios colectivos contienen porciones dolorosas del propio pasado y, por ende, una representación de verdad indudable para la sociedad involucrada. El cuestionar estos pre-juicios significa poner en duda una especie de dogma nacional: una labor siempre mal vista”. Zavaleta Mercado un hombre apasionado utilizando los mitos más profundos de la bolivianidad como base de su obra, logro y logra tener gran estima de los sectores intelectuales y de la izquierda del país. “Los mitos, las leyendas y las tradiciones de amplio alcance nos liberan de la pesada carga que es pensar de manera crítica, responsable y autónoma. Para muchos la libertad política se asemeja a un lastre incómodo y amenazante; el adherirse a una ideología que lo explica casi todo (como muchos mitos fundacionales) es percibido como un merecido alivio.”

Para la mayoría de la población y siendo Zavaleta Mercado un intelectual con mucha estima en círculos intelectuales y de la izquierda nacional, su obra expresa sin ningún tipo de error los miedos y aspiraciones de gran parte de las masas. “… todo cuestionamiento de este mito es percibido como fastidioso, deshonesto y hasta peligroso.” Según H. C. F. Mansilla la obra de René Zavaleta Mercado es complicada-alambicada y barroca; ese estilo da a Zavaleta Mercado la fama de un pensador profundo y que entiende las fibras más sensibles de la patria. “Zavaleta no incurrió en ningún falseamiento de la historia boliviana, pero interpretó los hechos históricos (relativamente pocos y estos en forma reiterativa) de tal manera que los amoldó a una doctrina preconcebida: el nacionalismo con elementos socialistas.”

Hasta su muerte René Zavaleta Mercado creía de forma dogmática que el proletariado minero era la base de la revolución en Bolivia. Un proletariado minero que para la década del 80 del Siglo XX se encontraba en decadencia. Para finalizar, Mansilla menciona: “El mejor homenaje a un clásico es un tratamiento crítico de su obra, no uno celebratorio. Así se mantiene vivo su pensamiento.”   



[1] Politólogo

lunes, 6 de julio de 2015

Breve reflexión sobre la Elección de Vocales del TSE



Jorge Roberto Marquez Meruvia[1]

          Como en una mala comedia norteamericana de un alto presupuesto y con los más “afamados” actores en el campo se lleva a cabo la elección de vocales del Tribunal Supremo Electoral. Los medios de comunicación al igual que la gran mayoría de los políticos (tanto de la oposición y del oficialismo) toman con gran sorpresa el enterarse la para-institucionalidad del Estado boliviano. Algo que no es nuevo y que incluso lo toco Alcides Arguedas. Sin embargo al haber tocado un tema sensible de la sociedad fue condenado en su tiempo, condena que se mantiene hasta ahora. En Pueblo enfermo sacando algunas ideas xenófobas habituales de la época, tenemos un retrato de la sociedad boliviana y como se desenvuelve. Para no sentirnos especiales, los males que describe Arguedas son muy comunes en el tercer mundo y América Latina. Sin ir muy lejos José Enrique Rodó en una misiva le decía a don Alcides… “Los males que usted señala […] no son exclusivos de Bolivia: son, en su mayor parte y en más o menos grado, males hispanoamericanos, y hemos de considerarlos transitorios […]. Usted titula su libro Pueblo enfermo. Yo lo titularía Pueblo niño. Es concepto más amplio y justo quizá […].” Es posible que el fundador del arielismo esperaba que algún día los pueblos de América Latina se desencanten de ellos mismos. Lamentablemente, ese desencanto nunca sucedió en el caso boliviano y la elección de vocales muestra el infantilismo político que es nuestro pan de cada día en cualquier esfera del Estado.

Otro autor que toca los problemas de la sociedad boliviana es H. C. F. Mansilla, el cual por mostrarnos en El carácter conservador de la nación boliviana que los bolivianos tomamos de manera muy astuta los aspectos que nos interesan, o que más nos gustan de la modernidad como ser: las características técnico-económicas y vivir bajo mañas arcaicas como por ejemplo la alabada viveza criolla. Mansilla al haber tocado estas fibras íntimas de la bolivianidad, fue relegado de la esfera de la intelectualidad nacional. Sin embargo su obra es muy importante ya que es una descripción actual de nuestras manías irracionales con discursos progresistas y que logran cautivar a la población.

La elección de vocales al Tribunal Supremo Electoral es el circo que necesitábamos para enterarnos de que sacrificada manera trabajan nuestros Asambleístas. Al igual que en El jardín de los senderos que se bifurcan de Jorge Luis Borges el resultado de la elección de vocales puede ser catastrófico o excelente. Demostrando una vez más la incertidumbre nacional, esa mala costumbre de dramatizar todo hasta el último momento. Ya sabemos que la oposición, como ya es su costumbre, hará abandono de la Asamblea el momento de la elección de los vocales al Tribunal Supremo Electoral. Es hora de que aprendamos a resignarnos y tomar en cuenta lo que escribió Séneca en De tranquillitate animae: “Debemos mostrarnos condescendientes al no exhibir un apego demasiado rígido a nuestros designios. Debemos someternos a aquello que nos trae el destino y no debemos temer la alteración de un plan o de una situación; de lo único que debemos cuidarnos es de que no nos domine el atolondramiento, el enemigo más grande de nuestro sosiego”. Y siempre tener en nuestra memoria que nuestros representantes políticos son el fiel reflejo de nuestra sociedad.             




[1] Politólogo

miércoles, 17 de junio de 2015

Breve reflexión sobre la Magna Carta


Jorge Roberto Marquez Meruvia[1]  
    
Volver a escribir después de un largo periodo, trae consigo retos. Posiblemente sea egoísta, o la realidad en la que vivimos sea prosaica y previsible. Sin embargo, no puedo darme el lujo de ser un pensador ágrafo, ese sitial es ocupado por el maestro Sócrates y por más esfuerzos que haga nunca podré dar la talla para compararme con él. La voluntad, según Kant, nos obliga a tomar acciones y en estos días por esas influencias externas me volví a reconciliar con la solitaria y olvidada república de las letras. Sé que el volver a escribir tiene una carga de egolatría, pero en este caso en particular, también la influencia de tres amigos amantes de las letras y un maestro. Debo este modesto esfuerzo a: Enrique Fernández García, Brian Camacho Sequeiros, Jaime Alejandro Guerra Gutiérrez y al maestro Jorge Luis Borges.

El mes de junio tiene dos fechas importantes: el 6 de junio de 1944, cuando los Aliados desembarcaron en Normandía y el 15 de junio de 1215 (hace ya 800 años) nacía la “Magna Carta” (conocida también como la Gran Carta Estatutaria). Es esta última la que inspira estos párrafos. En 1215, Juan I (también conocido como Juan sin Tierra) uno de los reyes más crueles de la historia británica. Juan I, hacia lo que le daba la gana, algo muy parecido al accionar de la “Compañía” de la “Lotería de Babilonia”. Imaginemos por un instante: “…un primer sorteo, que dicta la muerte de un hombre. Para su cumplimiento se procede a un otro sorteo, que propone (digamos) nueve ejecutores posibles. De esos ejecutores, cuatro pueden iniciar un tercer sorteo que dirá el nombre del verdugo, dos pueden reemplazar la orden adversa por una orden feliz (el encuentro de un tesoro, digamos), otro exacerbará la muerte (es decir la hará infame o la enriquecerá de torturas), otros pueden negarse a cumplirla...[2].

En el caso de Juan I sus más bajos deseos y delirios deberían ser obedecidos sin ninguna duda por los nobles que integraban su corte y los siervos. Juan sin Tierra amaba financiar guerras en el exterior para enaltecer su ego, era dueño y señor de los hombres. Sus deseos terminaron en cobros elevados de impuestos y en el asesinato, persecución y encarcelamiento de todo aquel que no acatara sus órdenes. Al ser su Majestad un hombre que había conocido por mucho tiempo la dicha, le toco al igual que el resto de los hombres conocer la desdicha, la amargura y la tristeza. En 1215 un grupo de aristócratas cansados de sus abusos tomaron Londres y lo obligaron a firmar la Magna Carta. Dicho documento cuenta con 63 cláusulas, que actualmente en su mayoría han sido derogadas. Sin embargo la cláusula 39 es una de las más importantes… “Ningún hombre libre podrá ser detenido o encarcelado o privado de sus derechos o de sus bienes, ni puesto fuera de la ley ni desterrado o privado de su rango de cualquier otra forma, ni usaremos la fuerza contra él ni enviaremos a otros a que lo hagan, sino en virtud de sentencia judicial de sus pares y con arreglo a la ley del reino. A nadie se le venderá, negará o retrasará su derecho a la justicia. Obviamente debemos mencionar que en ese tiempo los “hombres libres” eran pocos (la aristocracia) y el grueso de la población eran siervos. También es necesario mencionar que la Magna Carta se encuentra redactada en latín, la nobleza de ese tiempo hablaba francés y los que eran parte del estado llano se comunicaban en inglés.

Actualmente la Magna Carta es el fundamento de las libertades del individuo contra el poder de la arbitraria autoridad déspota. Es la base de las democracias modernas y constituye parte del gran legado cultural de Europa Occidental. Lamentablemente, en América Latina y en grandes partes del Tercer Mundo, las libertades que emanan de la cláusula 39 son de beneficio de pocos, de aquellos que hablan en nombre del pueblo. Como nos explica sabiamente Borges… “Bajo el influjo bienhechor de la Compañía, nuestras costumbres están saturadas de azar […] La Compañía, con modestia divina, elude toda publicidad. Sus agentes, como es natural, son secretos; las órdenes que imparte continuamente (quizá incesantemente) no difieren de la que prodigan los impostores[3].


[1] Politólogo
[2] Jorge Luis Borges, Ficciones: La Lotería de Babilonia
[3] Jorge Luis Borges, Ficciones: La Lotería de Babilonia

lunes, 11 de mayo de 2015

Beni: la clara muestra del caudillismo



Jorge Roberto Marquez Meruvia[1]

          Cuando vemos como es utilizada la democracia en América Latina y en gran parte del Tercer Mundo, tristemente nos damos cuenta que su uso es instrumental, resultando ser la excusa usual de dos o más grupos de poder por alcanzarlo. El caso del Departamento del Beni es casi paradigmático, ya que pone de manifiesto los eternos males del Estado boliviano, de los cuales podemos mencionar: el autoritarismo, la para-institucionalidad, la informalidad y el caudillismo. Los cuales están y marcan su presencia no solamente en este departamento, sino también en todo el territorio boliviano. Tristemente los bolivianos, al igual que amplios sectores del ancho mundo que se desenvuelven en una sociedad de masas cada vez más consumista y poco crítica no logran ver claramente sus perniciosas costumbres, es más, las toman como valederas y las van repitiendo cada vez que pueden. “Tan indispensables como la vivienda y la alimentación resultan ser la familiaridad con los lazos primarios (como el lenguaje y las herencias histórico-culturales compartidas desde la niñez), la pertenencia a un grupo identificable y distinto de los demás y la comunicación espontánea con parientes y amigos. Sólo una comunidad primaria puede brindar la seguridad emocional y el reconocimiento primordial – exento del principio de rendimiento y desempeño – que pueden evitar las formas consuetudinarias de enajenación, soledad, desarraigo y autodesprecio individuales”[2].

El caso del Departamento del Beni, es la más clara muestra del maniqueísmo político-ideológico boliviano, el cual podemos explicarlo de la siguiente manera: la estrategia política más conveniente nada tiene que ver con impulsar de buena voluntad una programática propia, clara y distinta, sino tratar de suprimir o debilitar al contrario – el contrario en la gran mayoría de los casos, resulta ser aquél que no puede jamás escuchar la “verdadera voluntad del pueblo” – siendo de esta manera un gran triunfo en la consecución de los fines propios. El oficialismo como la oposición boliviana tienden a jugar en un escenario macabro donde ambos de manera autoritaria y acrítica toman como grandes verdades las emocionales elocuciones de sus líderes, pobre de aquel que trate de implantar una idea innovadora o disienta de la sapiencia y amor del respectivo caudillo cabeza del partido político al cual representa, ya que será condenado al ostracismo y ya no formara parte de ese democrático cuerpo de ungidos por la providencia para cambiar el país.

La victoria del Movimiento al Socialismo refleja dos aspectos importantes: el primero es que el partido oficialista tiene la hegemonía de seis de las nueve regiones del país. Posiblemente la victoria en el Beni se encuentre deslucida por el nefasto e “imparcial” trabajo realizado por el Tribunal Electoral Departamental del Beni y del Tribunal Supremo Electoral – debemos recordar que estos extraños manejos de parte de esta institución vienen desde su fundación en la década de los 50 del Siglo XX e incluso incidentes parecidos se pueden encontrar en los 80’s conocido popularmente como “la banda de los cuatro”[3] – por alguna razón este tipo de comportamiento institucional se encuentra formando parte del accionar normal de esta augusta institución. El segundo punto que marca la segunda vuelta electoral es lo habituados que estamos tanto en el Beni como en gran parte de la región a que los caudillos sean aquellos que nos liberen de los males que nos aquejan – no olvidemos que la oposición cometió un pequeño desliz el cual le costó la perdida de la personería jurídica en este departamento – y que lamentablemente los actores opositores no lograron llegar a las fibras más sensibles de los benianos ya que sus caudillos más fuertes para ese propósito salieron del escenario electoral por errores propios. Sencillamente y como es muy usual en gran parte de la historia boliviana debemos esperar a que el Departamento del Beni progrese con sus nuevas autoridades, o simplemente sea (como lo ha sido desde que tengo memoria) para Bolivia su hermoso futuro.
 



[1] Politólogo
[2] Isaiah Berlin, The Counter-Enlightenment
[3] Salvador Romero Ballivián, Medio Siglo de Historia del Organismo Electoral en Bolivia

domingo, 3 de mayo de 2015

El Mito de la Segunda Vuelta



Jorge Roberto Marquez Meruvia[1]

A los bolivianos nos causa cierta emoción y algarabía lo que René Zavaleta Mercado[2] denominaba “momentos constitutivos”. Estos “momentos constitutivos” son simplemente nuestras emociones desbordadas de manera irracional, con grandes intenciones de cambio para el futuro y que lamentablemente terminan en absolutamente nada. Grandes ejemplos de estos “momentos constitutivos” son la Guerra Federal (1898), la Revolución Nacional (1952), el Retorno a la Democracia (1982), el Movimiento Autonomista (2001), la Guerra del Gas (2003) y el Día del Estado Plurinacional (2006). La Segunda Vuelta electoral en Beni y Tarija (2015) viene a ser otro “momento constitutivo”. Estos mitos creados de larga data y los relativamente nuevos, lamentablemente marcan los destinos de una sociedad acrítica como ser el caso de la sociedad boliviana, la latinoamericana y de todo el Tercer Mundo. Sobre estos mitos Guillermo Francovich[3] nos dice: “son la expresión de actitudes vitales, de sentimientos y de experiencias que se manifiestan como convicciones cuya certeza es tal que pasan a ser tenidas como sagradas, como evidentes por sí mismas, situándose en un plano que las aleja de cualquier intento de crítica racionalizada. Los mitos influyen en el pensamiento y en el comportamiento de los pueblos con una pujanza que algunas veces los hace más poderosos que el pensamiento racional. Constituyen por eso importantes factores históricos que es necesario conocer”.
Más allá de los ganadores de la segunda vuelta electoral en los departamentos del Beni y Tarija, podemos observar tristemente el infantilismo político tanto del oficialismo como de la oposición boliviana. Algo que no debería tomarnos por sorpresa ya que es muy común en todo el Tercer Mundo y en gran parte de la región. Como mencionaría H. C. F. Mansilla[4]: “Conociendo las actividades políticas en América Latina, paulatinamente me di cuenta de que el ejercicio continuado de la política es la suma de la indignidad y la obscenidad”. La segunda vuelta electoral es simplemente por la lucha de la hegemonía de dos regiones casi periféricas del Estado boliviano. Sencillamente es una lucha por el dominio de ambas regiones, bajo cierto tipo de “ideales diferentes” de progreso. Debemos recordar que el oficialismo como la oposición boliviana defienden a capa y espada lugares comunes como ser: las libertades, las autonomías, la autodeterminación de las regiones y la democracia. No existen grandes diferencias en el accionar de uno u otro bando, demostrando que ambos conservan la rutinaria cultura política del autoritarismo, siendo la democracia un simple instrumento para sus fines. El oficialismo y la oposición no han sabido crear una práctica político-institucional razonable en términos democráticos, pero, han creado un imaginario colectivo social emocional cerrado al análisis racional de su situación actual. Desgraciadamente la segunda vuelta en Beni y Tarija es un simple ejercicio de suplantación de poder en ambas regiones.      




[1] Politólogo
[2] René Zavaleta Mercado fue un político, sociólogo y filósofo boliviano
[3] Guillermo Francovich fue un dramaturgo, ensayista, humanista y filósofo boliviano
[4] H. C. F. Mansilla es Doctor en Filosofía, Magister en Ciencias Políticas y escritor boliviano 

lunes, 23 de marzo de 2015

Idus de Marzo de la oposición



El fracaso es potencialmente un tormento dulce que está por venir. Aunque desde lo más profundo de nuestro ser lo neguemos y veamos al fracaso con temor; más aún si hay poder en juego, terminamos siendo poco racionales y críticos de nosotros mismos. Cometemos errores, olvidando lo implacable que suele ser la Ley de Murphy: “si existe la posibilidad de que varias cosas vayan mal, la que cause más perjuicios será la única que salga mal” que en el caso boliviano es una constante y ahora la podemos ver en la perdida de personería jurídica de Unidad Demócrata en el Beni. El error garrafal de Carmelo Lenz puede interpretarse como “ingenua” y de optimismo desbordante, no olvidemos que “sólo una comunidad puede brindar la seguridad emocional y el reconocimiento primordial –exento del principio de rendimiento y desempeño-”[1], terminamos cometiendo pequeños deslices que pueden convertirse en grandes “catástrofes”. Los políticos parecen olvidar en el escenario en el cual se desenvuelven, muy idealistas cometieron el pequeño error de pensar por un instante que el Tribunal Supremo Electoral es “imparcial” y que vivimos en un Estado institucionalizado con una sociedad abierta, que dejo atrás la sociedad informal y limitada[2]. Un pequeño desacierto los dejo fuera de la carrera electoral en el departamento del Beni, un pequeño problema de memoria hizo que olviden la Ley de Régimen Electoral que dice en su artículo 136: “Las organizaciones políticas que difundan resultados de estudios de opinión en materia electoral, por cualquier medio, serán sancionadas por el Órgano Plurinacional Electoral con la cancelación inmediata de su personería jurídica”.
Este suceso puede explicarse con distintas interpretaciones, la más usual y que se repite a cada momento desde 2006 es: el abuso de poder y autoritarismo del Movimiento al Socialismo. Obviamente, estas actitudes son tomadas como grandes novedades, olvidando que dentro de nuestra cultura política es algo muy usual. Por ejemplo la Revolución de 1952, es la más clara muestra de autoritarismo y abuso de poder, que como mencionamos anteriormente es muy recurrente en nuestra historia. Lo preocupante del caso, no es el abuso de poder que los gobernantes comenten (quien tiene el poder termina siendo autoritario, no importa si es de “derecha” o “izquierda”), o que ya estamos acostumbrados a que estás cosas sean recurrentes en todos los niveles del Estado, sino que la que se califica como oposición es un grupo de personas a la cual se les acaba el discurso de ser diferentes y que tienen un plan para cambiar Bolivia, sin olvidar la ingenuidad con la cual tanto en la campaña nacional como en las subnacionales se desenvuelven. Estos males no son solamente de Unidad Demócrata, también de todos los que dicen ser oposición cometen este “pequeño” fallo: tratar de tomar el poder político cueste lo que cueste, sin crear bases partidarias fuertes, ideologías o programas con los cuales los bolivianos los apoyen. Y simplemente se dediquen a crear propaganda que va directamente a las emociones de las masas. Otro gran problema dentro de la política boliviana es casi de trama sentimental del político. No olvidemos que tras metidas de pata actúan emocionalmente, como sabemos, ejemplos sobran: Samuel Doria Medina, Jaime Navarro, Jorge Pérez, Juan Ramón Quintana, Evo Morales, etc. A este selecto grupo también podemos agregar a Ernesto Suárez que de manera dramática (muy común en el país), entro en huelga de hambre tratando de doblegar la sentencia ya conocida del Tribunal Supremo Electoral. La senadora Jeanine Añez tampoco anda exenta de la lista de honor ya que condeno de forma visceral al gobierno: “¡que se pudran en el infierno!”, olvidando que “quién entra en política, pacta con el diablo”[3] y que en el más allá se encontrara con ellos.
La democracia boliviana una vez más fue golpeada, lamentablemente ese golpe será una estadística más en nuestra historia. Lo preocupante es, si realmente esos que se hacen llamar oposición dejarán de improvisar, o es que merecemos otra oposición alguito más sería y racional.



[1] Richard Sennett; Jonathan Cobb, The Hidden Injuries of Class, New York: Knopf 1972
[2] Douglass C. North, Institutions, Institutional Change and Economic Performance, Cambridge University Press, 1990
[3] Max Weber, La política como profesión, Editorial Espasa Calpe, Madrid – España, 1992