Jorge Roberto Marquez Meruvia[*]
Es necesario hacer un breve recorrido por la
democracia boliviana que se inauguró un 10 de octubre de 1982 y recordar sus
hitos más importantes para saber dónde nos encontramos y los pasos que debemos
seguir hacia el futuro.
La sociedad boliviana tiene como “momento
constitutivo” la victoria de la democracia un 10 de octubre de 1982. El
gobierno de Hernán Siles Zuazo tenía dos grandes retos: el primero, resolver la
crisis derivada del sistema Nacional Revolucionario creado en 1952; la segunda,
crear instituciones democráticas fuertes. En ambas, su gobierno fue un fracaso
y termino renunciando. Continuando con el lenguaje zavaletiano otro “momento
constitutivo” sucede en 1985 con el Decreto Supremo 21060 y la nueva política económica.
Fue Víctor Paz Estenssoro quien puso fin al sistema Nacional Revolucionario que
él mismo creo tras hacerse con el poder en la revolución de abril de 1952.
Estos dos hitos marcan el principio de la joven democracia boliviana.
En 1989 los
bolivianos pasamos por el “empate catastrófico”, el “triple empate”, tuvo como
solución el cruzar puentes sobre “ríos de sangre”. Por primera y única vez en
nuestra historia quien había resultado tercero en elecciones generales se
convierte en presidente de Bolivia. La “banda de los cuatro” había cometido su
fin y Jaime Paz Zamora es presidente de Bolivia pactando con Hugo Banzer Suárez
quien en la década del 70 perseguía a los militantes del MIR del cual Paz
Zamora era su jefe máximo. El gobierno de Jaime Paz Zamora evidencio que en
democracia el pacto político era necesario. Pacto político que fue mal
entendido en una incipiente democracia como la boliviana.
El periodo de los 90 del siglo XX es rotundamente
importante para comprender la apropiación de la sociedad del ejercicio
ciudadano. En el primer gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada el año 1995 es
clave para comprender las acciones tomadas en el siglo XXI. Dos reformas son la
base del Estado boliviano. La Participación Popular tiene una ambición más allá
de llevar los recursos del Estado a los nuevos municipios, es también, llevar
el Estado a los ciudadanos que se encuentran lejos del eje troncal. La actual
autonomía es una evolución de la participación popular, la cual por cierto, fue
y es mal comprendida por gran parte de los bolivianos. Empero, es una base
institucional y modernizadora de la administración del Estado. La
capitalización fue una reforma desbordante en una democracia joven y en una
sociedad que a momentos confundía la libertad con el libertinaje. Actualmente
esa medida es totalmente criticada. Olvidando de manera generosa los bonos
sociales que se crearon gracias a ella como ser: el Bonosol que hoy lo
conocemos como la Renta Dignidad.
Comenzando el siglo XXI observamos la radicalización
de los discursos campesinos con base en el Chapare y el descontento de la
población por las coaliciones gobernantes que entendieron el pacto político
como la excusa para tener un pedazo de poder. Claro ejemplo de la avaricia
partidaria es el gobierno de Hugo Banzer Suárez gracias a la conocida
megacoalición. El año 2003 es el punto de quiebre, donde las coaliciones de
gobierno no representan a grandes sectores de la población y medidas
antipopulares como el impuesto al salario o el rumor de exportar gas por
puertos chilenos desencadena olas de violencia donde Sánchez de Lozada debe
renunciar a su segundo mandato. Hasta el año 2005 el escenario de
gobernabilidad es incierto y lleno de indecisiones.
Evo Morales se hace con el poder en 2005. Entre sus
medidas de gobierno se llevan a cabo la Asamblea Constituyente y la
nacionalización de los hidrocarburos que fueron capitalizados en la década del
90 del siglo pasado. También es la clara muestra de que la sociedad boliviana
no admitía las coaliciones partidistas. Con el pasar de los años se radicalizo
el discurso del partido gobernante. Bajo ideas de izquierda intenta gobernar
bajo la tuición de los movimientos sociales. Siendo ese el escenario en el cual
vivimos es prudente saber qué son esos llamados movimientos sociales.
Sobre los movimientos
sociales hasta hoy en día no existe una teoría satisfactoria sobre esta
problemática. Sin embargo, podemos hacer un bosquejo, en el cual encontraremos
dos vetas de reflexión de los pensadores clásicos. Por un lado tenemos a Ortega
y Gasset, Tarde y Le Bon quienes se preocupan de sobremanera por la incursión
de las masas dentro del escenario político y observan en el comportamiento de
la multitud (comportamiento colectivo), una nefasta manifestación de
irracionalidad, existiendo así una devastación del orden existente. Por otro
lado tenemos a Marx, Weber y Durkheim, aunque con implicaciones distintas,
veían en los movimientos colectivos una modalidad de acción social que van
desde formas de solidaridad más complejas, la transición del tradicionalismo
hacia lo legal-burocrático o la explosión revolucionaria, respectivamente. En
todos los autores mencionados, se encuentran presentes algunos motivos comunes
en el análisis de los comportamientos colectivos y de los movimientos sociales:
acentúan en la existencia de tensión dentro la sociedad, la individuación de un
cambio, la observación del paso de un estadio de integración a otro mediante
transformaciones sean como fuere inducidas por los comportamientos sociales.
El partido gobernante ha olvidado que tales sectores tienen pedidos
meramente particulares. Claro ejemplo del agotamiento de esa forma de gobernar
es el conflicto con los cooperativistas mineros y la muerte de un Viceministro.
La prebenda y el clientelismo son la base para mantener contentos a esos
movimientos sociales y el tratar de ir en contra sus intereses es contar con un
aliado menos que actuara con violencia por volver a tener los favores del partido
gobernante y beneficiarse del Estado. El pedido de tales movimientos sociales
parece tener más peso que la ciudadanía en su conjunto, ya que el partido gobernante
en diciembre piensa considerar el pedido de una re-elección más del Presidente
Evo Morales debido a la existencia de más de 100 resoluciones de éste tipo de
organizaciones. Dejando de lado la derrota del referéndum vinculante del 21 de
febrero.
Un 17 de octubre de 2003 en el Congreso a las 21:30hrs
se dio lectura a una carta de renuncia en la cual ya profetizaba el problema
con los pedidos de grupos corporativos. Entre sus partes más importantes
mencionaba: “Bolivia está viviendo horas cruciales. La democracia está bajo el
asedio de grupos corporativos, políticos y sindicales que no creen en ella y la
utilizan según sus conveniencias.”
El futuro una vez más es incierto. Afortunadamente, no
todo se encuentra perdido. El pacto político juega un papel muy importante para
las nuevas generaciones. El pacto político entendido como dialogo, como la base
para escuchar al otro, tolerarlo, entenderlo y compartir ideas. Contra la
nefasta hegemonía del poder por un único proyecto que no encuentra delante suyo
ciudadanos, sino simplemente enemigos.
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