viernes, 24 de febrero de 2017

Los liderazgos en Bolivia después del 21F




Jorge Roberto Márquez Meruvia[*]

Después del 21F de 2017 es bueno cuestionarnos sobre los liderazgos que podemos observar en el país. Es bueno cuestionar los lideratos que vienen desde la esfera gubernamental, la oposición, la ciudadanía y en todos los niveles del Estado. Para efectuar tal tarea, es conveniente retomar las ideas de Carlos Matus, hombre que la historia ha olvidado y que fue creador de una escuela de “Políticas de Estado y Desarrollo Local” con importantes aportes teóricos y prácticos. Entre los aportes casi olvidados de Matus es la que hace una distinción sobre tres modelos de liderazgo. Con los modelos que describe podemos ver y explicarnos el escenario boliviano antes y después del 21F del 2017.

Los modelos de liderazgo creados por Matus son: Chimpancé, Maquiavelo y Gandhi. Los cuales nos darán algunas luces sobre el escenario político boliviano y podremos distinguir entre ellos sin la ingenuidad de ser un simple seguidor de las figuras políticas que conocemos y que están en proceso de creación.

El modelo Chimpancé, tiene como base el trabajo del antropólogo y primatólogo de nacionalidad holandesa Frans de Waal sobre el comportamiento de poder en comunidades de chimpancés, en éste modelo, prevalecen las rivalidades y alianzas que tiene como finalidad de mantener el poder por el poder. Caracterizado por la imposición de la fuerza para conducir a la manada al azar (a ninguna parte). No se puede evidenciar la existencia de un proyecto de largo o corto plazo. El proyecto es el simio de turno que tiene la capacidad de imponer su fuerza y el simio de turno es el proyecto.

El modelo Maquiavelo, supone un comportamiento un poco más refinado y menos salvaje que el primer modelo. Quien ejerce el poder goza de ser alguien que se alfabetiza, logra desarrollar de manera relativa su inteligencia y tiene la capacidad de poner sus valores embrionarios al servicio de un proyecto colectivo. Lamentablemente, el proyecto se confunde con él, en un juego maniqueísta simple en una combinación binaria amigo-enemigo donde todo recurso tiene validez para desaparecer al adversario bajo un pretexto común, o una ideología.

El modelo Gandhi, al contrario de los dos mencionados anteriormente, tiene como base la fuerza moral y el consenso. Es un escenario donde no existen los enemigos. Las ideas y argumentos están en constante movimiento y tienden a prevalecer sobre el ejercicio de la fuerza y el mesianismo. Éste modelo, ya no trata de derrotar sino de ganar al otro; del reencuentro, de escucharlo, de tolerarlo, entenderlo y perdonar. Superando los antagonismos y las visiones dogmáticas, dejando de lado los prejuicios en una sincera actitud de ver al otro como a uno mismo. Claro ejemplo de que es posible la práctica del tercer modelo son las actitudes que fueron llevadas a cabo por Nelson Mandela y las políticas llevadas a cabo en su gobierno como la “Comisión para la verdad y la reconciliación”.

Los tres modelos explicados nos ayudan a comprender Bolivia y a varios países del ancho mundo. También, es una crítica a nuestra sociedad porque los líderes son un reflejo de nosotros. En 1909 Alcides Arguedas relata que había recibo una carta de José Enrique Rodó sobre “Pueblo enfermo”, en la que éste le decía: “Los males que usted señala […] no son exclusivos de Bolivia: son, en su mayor parte y en más o menos grado, males hispanoamericanos, y hemos de considerarlos como transitorios […]. Usted titula su libro Pueblo enfermo. Yo lo titularía Pueblo niño. Es concepto más amplio y justo quizá […]”. Para Arguedas de todos los reparos a su obra, la de Rodó fue la que más impresión le produjo.

¿En cuál de los tres modelos nos encontramos descritos los bolivianos y nuestros líderes?        





[*] Politólogo

lunes, 6 de febrero de 2017

Culto a la personalidad a la boliviana




Jorge Roberto Marquez Meruvia[*]

Los bolivianos somos una sociedad que se cree demasiado especial (al igual que muchas sociedades alrededor del mundo). Entre esos mitos que nos alimentan el ego están nuestras incalculables riquezas, las cuales aún no logran con éxito sacarnos de nuestra miseria. Tenemos enemigos a muerte y territorios a reconquistar, para gran parte de la sociedad boliviana, Chile no es un país vecino, encarna al usurpador de Latinoamérica y atesora como suyo nuestra salida al Pacífico. Nuestras danzas folclóricas son únicas y constituyen el mejor patrimonio de la humanidad. Desafortunadamente, no son exportables como el tango, ni con la capacidad de ser reconocidas como bolivianas en cualquier otra parte del mundo. Empero, debemos defenderlas con fanatismo y con la seguridad de que el planeta entero sabe que la diablada, el caporal, la morenada y demás danzas son 100% bolivianas.

Algo similar pasa cuando nos referimos al ahora famoso “Museo de la Revolución Democrática y Cultural” que se encuentra situado en Orinoca, población de 600 habitantes y donde nació el Presidente Evo Morales Ayma. La exageración en el acto de inauguración no conoció límites y se dijeron cosas como por ejemplo: “Este es un museo que a partir de hoy es un centro de referencia mundial. Aquí nació el primer Presidente indígena de Bolivia, creció al igual que muchos de los otros niños abandonados por los gobiernos de entonces, aprendió de la solidaridad del ayllu, buscó mejores días y migró al Chapare, donde se convirtió en líder regional, posteriormente fue líder nacional”. La inauguración del museo trajo consigo encarnizados debates de nuestros políticos. Obviamente, sus argumentos como de costumbre son viscerales y fuera de contexto. Algo que no debería llamar nuestra atención, ya que nuestra actual clase política nos tiene acostumbrados por más de 10 años a ir sin ningún rumbo con sus discursos. Hasta el día de hoy, todavía creen ser la élite que va a guiarnos al desarrollo y encaminarnos hacia “felicidonia”.

Hace ya varios años atrás el régimen que conocemos como “Proceso de Cambio” con la excusa de no fomentar el culto a la personalidad sacó de la Asamblea Legislativa Plurinacional el busto de Víctor Paz Estenssoro. Como cualquier otro régimen revolucionario se propuso reescribir la historia. Aparte de haber sacado el busto de Paz Estenssoro con rumbo desconocido, pensó modificar la historia a su medida. También, creo una medalla vicepresidencial y enarbolo a la Whipala como símbolo nacional.



El “éxito” con el cual arranco el gobierno poco a poco se va desgastando. Después de 11 años de hegemonía, el gobierno entró en su ocaso. Lastimosamente, la resaca de poder no deja ver a sus partidarios que ya están en retirada. La ciudadanía en su conjunto ya le puso final al mandato de Evo Morales el pasado 21 de febrero. Sin embargo, los soldados revolucionarios del “Proceso de Cambio” no logran percibir la realidad. Prefieren las actuaciones grandilocuentes, podemos mencionar al respecto al Congreso Nacional del Movimiento al Socialismo, donde se acordó de manera unánime la futura relección del presidente; encontrar en helicóptero una laguna para proveer de agua potable a la ciudad de La Paz y bombardear nubes para intentar tapar la catástrofe de la Empresa Pública Social de Agua y Saneamiento, la cual es manejada por soldados del “Proceso de Cambio”.

Hace unos días se inauguró oficialmente el museo en honor a Evo Morales, el discurso oficial nos dice que es un museo que resalta la lucha de los indígenas; pero, las imágenes sobre los tesoros que guarda el museo más grande de Bolivia son retratos, estatuas y artículos que fueron regalados al primer mandatario. Se inauguró oficialmente el culto a Evo Morales, quien para sus partidarios es indispensable para llevar a Bolivia al desarrollo soñado. Orinoca es para el mundo, lo que Belén es para Occidente.

El caudillo, ya es una leyenda viva y encarna en él, la destrucción de las instituciones democráticas. Lo que olvidan es que “Bolivia es el país de los inconvenientes” y su revolución puede terminar en cualquier momento.             




[*] Politólogo