domingo, 10 de octubre de 2021

Aprendiendo del maestro florentino


 

Jorge Roberto Marquez Meruvia[*]

 

El 20 de diciembre de 1514, el Segundo Canciller de la República de Florencia, Nicolás Maquiavelo le escribe una carta al embajador Francisco Vettori, quien era el representante florentino ante el Papa. Independientemente de la gran obra de Maquiavelo entre sus trabajos más importantes podemos mencionar a: “El Príncipe”, “Discursos sobre la Primera década de Tito Livio”, o “La Mandrágora”. Empero el epistolario del maestro florentino nos muestra la agudeza de entendimiento del realismo político y del accionar en la realidad. Bolivia una vez más pasa por el camino de la polarización política, la cual toma por sorpresa a un par de analistas y políticos despistados que desconocen de los procesos que vivió el país.

 

La polarización no es un fenómeno nuevo y quien tiene la primicia de llevarnos a tal escenario en Latinoamérica es Carlos Montenegro con su obra de 1943 que lleva por título: “Nacionalismo y coloniaje, su expresión histórica en la prensa de Bolivia” que fue la base de las ideas que impulsaron la Revolución Nacional de 1952 a la cabeza del Movimiento Nacionalista Revolucionario. La obra nos muestra la simplificación del escenario político que es hábilmente explotada por los movimientistas donde tenemos a la nación y la anti nación. Así se logra conformar el maniqueísmo binario de amigo-enemigo de la política boliviana que sigue aún vigente.

 

Lo anteriormente mencionado obliga a los actores políticos a tomar posición sobre su accionar y posturas neutrales o tibias no son vistas como soluciones por gran parte de la población en general. Algo similar ocurría en la península itálica del renacimiento y por tal motivo Maquiavelo le escribe a Vettori y le dice «El otro te desprecia porque te descubre tímido e irresoluto, y enseguida cobras fama de ser amigo inútil y enemigo no temible, de modo que cualquiera que gane te ofende sin miramiento. Tito Livio da sentencia en dos palabras en boca de Tito Flaminio, cuando dijo a los aqueos, a quienes Antíoco persuadía de mantenerse neutrales: “Nada hay más ajeno a vuestro interés: sin gracia, sin dignidad, seréis trofeo del vencedor”».

 

En política uno de los errores irreparables es el de tratar de caer bien a todo el mudo, olvidando generosamente que la competencia por el poder no se detiene y esto lo vivió en carne propia Walter Guevara Arze en 1979. Una vez juramentado como presidente realizó unas desafortunadas declaraciones, dijo “que formaría un gobierno de coalición nacional con la participación de todas las fuerzas que han participado en el último proceso electoral”. La respuesta de los partidos que componían el Parlamento (UDP, MNR-A, entre otros) fue rechazar el participar del gobierno de Guevara. Incluso Siles envió al presidente una resolución firmada que “ratificaba la determinación de la Dirección Colectiva Nacional de la UDP en sentido de no participar en el gobierno interino”. Entre tanto Guevara insistía con la invitación “tanto a unas como a otras colectividades políticas a que contribuyan a formar un gabinete equilibrado” que fracasó con todo éxito. Lo sucedido con Walter Guevara puede ser el primer antecedente contemporáneo del discurso vacío del bien común.

 

El tomar una decisión firme es determinante. Maquiavelo en su carta lo explica claramente “[…] todos los hombres sabios cuando pueden no jugarse todo lo suyo lo hacen de buena gana, y pensando en lo peor que pudiera resultar, consideran en cuál mal hay menos mal; y como las cosas de la fortuna son dudosas todas, de buena gana se unen a aquella fortuna que, haciendo lo peor que sabe, tenga el fin menos amargo.” Queda claro que ante los sucesos que vivirá el país los días 10 y 11 de octubre podremos reconocernos todos. Saber que posición tomamos, están los que lucharan por las libertades, la democracia y la tricolor; por el otro lado, sabremos quienes son los otros, los complacientes que se acomodan al lado de los autoritarios.    

 

 

 



[*] Politólogo

domingo, 8 de agosto de 2021

Apuntes sobre el discurso presidencial

 


Jorge Roberto Marquez Meruvia[*]

 

La sesión de honor llevada a cabo en celebración de los 196 años de independencia de Bolivia podemos calificarla de “sui generis”, pero tal calificativo no solamente encaja perfectamente en la elocución del actual presidente Luis Arce, sino que también podemos decir lo mismo de su antecesora Jeanine Añez. Dejaron de lado lo importante de la fecha y dedicaron gran parte de sus discursos a los temas de coyuntura política. Intentaron sin éxito tener un discurso propagandístico que fue respondido con duras críticas al respecto. Vamos a centrarnos en el discurso del presidente Arce que en un momento dado fue silenciado por protestas de los opositores; no debemos olvidar la reacción del vicepresidente Choquehuanca, que incomodo al ver que la magna sesión presidida por él se desbordaba, mencionó a todos los legisladores que guarden la compostura, ya que estaban saliendo en televisión.

 

El discurso comenzó con el ya conocido “¿Qué quiere decir Bolivia? Un amor desenfrenado de libertad”. Con esto se dio pie para mencionar a los héroes de la patria encabezados por Bolívar y Sucre. Siguieron después los patriotas de las republiquetas: Azurduy, Camargo, Muñecas, Warnes, Lanza, por mencionar algunos. Acto seguido nombró a los indígenas que jugaron un papel importante en la causa independentista: Los Katari, Condorcanqui, Calisaya, Sisa, Apaza, entre otros. Sobre estos últimos agregó que la historia los invisibilizó y que la Asamblea que declaró la independencia de a la cabeza de José María Serrano los dejó de lado. Prosiguió con los agravios sufridos por la población indígena, olvidó la revolución de 1952 y sus reformas y pasó fugazmente a febrero y octubre de 2003 y que los sucesos ocurridos dieron paso en 2006 a Evo Morales que es el que pone las semillas del Estado Plurinacional, la Nueva Constitución Política del Estado y del Modelo Económico Social Comunitario Productivo, para ingresar a los abusos y malos manejos de la pasada gestión calificándolo de gobierno de facto, dictadura y haber propiciado un golpe de Estado, que repitió como unas cincuenta veces. El resto fue propaganda de gestión.

 

No fue un mensaje al país, intentó ser un mensaje a los conmilitones del proceso de cambio y evidenció la decadencia del partido de gobierno. Algo que en el Movimiento Al Socialismo parecen haber olvidado es que el proceso de cambio es de todos y que fue adoptado por las grandes mayorías al igual que las ideas de lo nacional revolucionario en abril de 1952. El partido de gobierno se va modificando, ya no le interesa ser el MAS de las mayorías, sino el de convertirse en una clase para sí a la cabeza de Evo Morales y su cúpula. El Movimiento Nacionalista Revolucionario pasó por una transformación similar con la jefatura nacional de Gonzalo Sánchez de Lozada y uno de sus errores que no puede superar hasta el día de hoy, encontrándose cerca a la desaparición es el haberse alejado de lo popular.

 

El fallido intento del MAS de cambiar la historia reciente y empeñar todos sus esfuerzos en limpiar la imagen de Evo Morales con inmediatez, olvidando lo importante de los procesos políticos los llevan a desaciertos como el sobreseimiento del caso Fraude Electoral 2019 con diversos errores de procedimiento por parte de la Fiscalía General del Estado en su accionar.

 

Al conocer a qué juega el gobierno de Arce, la oposición tiene una oportunidad para enamorar a la población con una visión de país que vaya más allá de un personaje y tiene el tiempo necesario para prepararse y crecer en militancia. Recordemos que un proceso electoral no solamente es apoyar a un candidato, sino lo más importante: tener la capacidad de realizar el control electoral en todo el territorio nacional. La oposición debe aprender que la elección del bicentenario de la República se la ganará con el trabajo que se vaya a realizar desde hoy.   



[*] Politólogo

domingo, 6 de junio de 2021

21 días. La rebelión traicionada



Jorge Roberto Marquez Meruvia[*]

 

Entre octubre y noviembre de 2019 se vivieron días de rebelión en las ciudades capitales del país que fue copando también las ciudades intermedias. No fue un hecho casual, sino que vino cultivándose durante mucho tiempo. Comenzó con el referéndum constitucional de 2016 que le negó ser reelecto nuevamente a Evo Morales, la respuesta gubernamental ante los datos que le demostraban su primera derrota fueron garrafales. Hablaron de empate técnico y en vez de reinventarse, prefirieron seguir adelante a pesar de la derrota. Eligieron el desgaste inminente como salida práctica al no tener un plan alternativo.

 

Al otro lado del escenario tenemos a una oposición no muy brillante y diversos grupos de activistas que desconocían a los primeros como sus representantes. Los jóvenes y ciudadanos que tomaron las calles lo hicieron por voluntad propia sin necesidad de políticos y política. Tras las movilizaciones y del apogeo de activistas de toda laya el desenlace inesperado ocurrió: Evo Morales renunció a la presidencia. La algarabía tomó las calles, pero los políticos tomaron el poder. Así fue que descubrieron que el poder y la política tienen sus propias reglas del juego y que deben conocerlas, respetarlas y que no van a cambiar por el idealismo exacerbado que tengan.

 

Todos los que quieran participar en política deben considerar la cruda realidad. Al respecto el maestro florentino nos decía: “Pero siendo mi intención escribir algo útil a quien lo entienda, me ha parecido conveniente ir detrás de la verdad efectiva de la cosa que de la imaginación de ella. Muchos se han imaginado repúblicas y principados que no se han visto jamás ni fueron conocidos en la realidad. Porque está tan lejos el modo como se vive de aquel como se debería vivir, que quien deja aquello que se hace por aquello que debería hacerse aprende antes la ruina que su preservación.” El peso de la realidad siempre terminará definiendo el juego del poder.

 

La mala lectura de la realidad del gobierno transitorio, de la oposición en general y de los diversos grupos de activistas llevó a su movimiento al fracaso. Podemos añadir que personajes funestos como Arturo Murillo, entre otros, sepultaron cualquier intento de la toma de poder. ¿Cuál fue su error? La respuesta puede sorprendernos: no tuvieron la capacidad de ver el panorama completo del escenario en el llevaban sus acciones. Todos tenían algo en común, un sentimiento antiMAS y antiEvo. Al momento de convertirse en realidad su máximo deseo se quedaron sin discurso, sin enemigo y sin ideas. Dejaron de lado el diálogo que trajo buenos resultados al principio del gobierno y lo abandonaron por la violencia y el miedo.

 

Los activistas fueron reciclados en las diversas candidaturas para las elecciones generales y actualmente tienen un par de curules parlamentarios donde su desempeño es regular, niegan la realidad, sus cargos y siguen en la faceta de activistas.

 

Los 21 días, la rebelión que pretendía cambiar el país fue traicionada por sus propios actores. Carlos D. Mesa, fue a la caza de activistas y de todos los grupos que lo veían como opción, el FRI un partido periférico le prestó su sigla para entrar a la elección. Jorge Quiroga, cometió el error de todas las elecciones en las que participó, jamás conformó un partido y toda su estructura era formada con lo que encontraba en el camino. Luis Fernando Camacho, pensó que podía ser presidente y encontró cortesanos que le siguieron el juego. Jeanine Añez, fue una figura manipulable por quienes soñaban con tener poder y se subieron todos los que pudieron a su campaña con la esperanza de no dejar Palacio Quemado.

 

¿Qué les faltó? Ir más allá del sentimiento antiMAS y antiEvo. Ninguno tiene una visión más allá del enemigo y su existencia se encuentra supeditada a ellos. No tienen una visión de país, no le hacen soñar a la población con otra forma de hacer las cosas y cambiar la realidad. Simplemente, tienen la capacidad de hablarnos de la incapacidad del oficialismo y de los agravios que reciben a diario. La oposición tiene tres caminos a tomar: reinventarse, morir o comenzar de cero y no deben olvidar de lo importante que es la política y que es una profesión. 

 

 

 

 

  



[*] Politólogo


jueves, 1 de abril de 2021

Por amor a la patria

 

Ingavi - Bolivia, 18 de noviembre de 1841.

Jorge Roberto Marquez Meruvia[1]

 

“Por amor a la patria” es un muy interesante libro de Maurizio Viroli en el cual nos explica las diferencias que existen entre patriotismo y nacionalismo. Estos conceptos suelen confundirse y pensamos que ambos son o explican lo mismo. Según el autor, muchos de nosotros tenemos una visión herrada de sus significados, la confusión al respecto tuvo odiosos resultados, podemos mencionar sin ir muy lejos el fascismo en todas sus formas.

 

A grandes rasgos podemos mencionar que las diferencias existentes entre ambos conceptos son: el mayor interés del patriotismo es el resguardo y aprecio de las instituciones y la defensa irrestricta de la defensa de la libertad de las personas; en cambio, el nacionalismo tiene como base la creación de la homogeneidad cultural, donde la lengua y lo étnico cobra relevancia. El patriotismo es una expresión de amor y generosidad con el propio país. El nacionalismo pide y obliga tener una lealtad incondicional y exclusiva.

 

El patriotismo es un amor racional, donde la virtud cívica es altamente necesaria convirtiéndose en la base para preservar el orden público y la ley, siendo requisitos indispensables para la existencia de nuestra libertad, el nacionalismo es exclusivista, intolerante e irracional, centraliza todo bajo la excusa de la unidad y se da la tarea de someter a todos los que piensan diferente. En nuestro país podemos colocar ejemplos que nos ayuden a entender estas diferencias.

 

Para comprender el patriotismo en nuestra historia es necesario revisar la obra de Miguel Roca en “Ni con Lima ni con Buenos Aires” nos da conocer su tesis de que las republiquetas que se encontraban en el territorio de la Real Audiencia de Charcas tenían un arraigo muy grande no solamente con el territorio, sino también con hábitos y costumbres compartidas independientemente de las diferencias existentes entre ellas. Fue así que el gran Casimiro Olañeta fue el eje articulador entre ellos para la creación de Bolivia. Podemos mencionar que una icónica victoria de los patriotas se llevó a cabo el 18 de noviembre de 1841 en la batalla de Ingavi donde a pesar de los conflictos internos y de las diferencias entre las regiones de aquel entonces, todos fueren a la defensa de la patria.

 

Sobre nuestra etapa nacionalista debemos referirnos a la revolución de abril de 1952 que tiene como principales protagonistas a la élite del Movimiento Nacionalista Revolucionario de aquel entonces. A la cabeza de Víctor Paz Estenssoro, Hernando Siles Zuazo, Juan Lechín Oquendo, Walter Guevara Arze, entre otros de una larga pléyade movimientista con intelectuales que en su momento abrazaron las banderas de la revolución. La revolución nacional tenía como objetivo la homogenización de la cultura, la creación del mestizaje (étnico) fue el enclave para hablar de la alianza de clases y donde el español se convierte en el idioma franco pese a las demás lenguas existentes en el territorio. Para imponer sus ideas en todo el proceso revolucionario acabaron con toda crítica y discrepancias mediante los campos de concentración instaurados por el régimen donde uno de los más conocidos fue el de Curahuara de Carangas y la masacre perpetrada en Terebinto.

 

A nombre de nación y patriotismo la humanidad ha cometido todo tipo de atrocidades que podríamos imaginar. Lo último que hemos observado con disgusto fue la interpretación de “Mi Mar” por parte de la exdirectora de la Orquesta Sinfónica Nacional, Roxana Piza. Ella se escudó bajo estos dos términos para tratar de defender su atolondrado accionar.

 

La lección que debemos aprender es que más allá de las derrotas y añoranzas que podemos tener sobre lo que nos sucedió en nuestra historia, debemos tener la capacidad de mirar adelante y avanzar por mejores días y dejar de lado la actitud de plañidera que no nos deja salir de nuestro espacio de confort.       

 

   


[1] Politólogo

domingo, 31 de enero de 2021

Los partidos y los políticos


 

Jorge Roberto Marquez Meruvia[*]

 

En una conocida red social “M. Villa” nos daba a conocer una pequeña reflexión que titulaba “¿Los políticos son lo peor de la sociedad?” La respuesta que daba el autor era: “[…] no... Son iguales...”. Independientemente de la simpleza con la que se puede juzgar a los actores políticos, olvidamos que el accionar de la política va más allá de la moral. Sobre esto último, ya lo dio a conocer Platón y que fue recogido por Maquiavelo gracias a la Academia Platónica constituida gracias Cosme de Médici. Ambos autores resaltan muy bien el ser y parecer y como los políticos pueden sacarle provecho a esto. Tal accionar no es del agrado de los defensores de la moral; aún no se han dado cuenta que la moral se aleja de la política con la llegada del renacimiento y la modernidad. La incomprensión de la política ha llevado a muchos al catequismo simplista de depositar todos los males conocidos en los políticos.

 

Al ser los políticos demonizados por los que son moralmente superiores los afectados resultan ser los partidos políticos. Aunque esto no es nuevo y por más que no sean del agrado de la población los partidos políticos son altamente necesarios en una democracia. También constituyen junto con los sistemas de partidos un objeto central de estudio de la ciencia política donde los partidos son los protagonistas de los sistemas políticos. La democracia moderna tal como la conocemos es inimaginable sin los partidos políticos. Una de las definiciones con suma precisión sobre los partidos políticos nos la da Giovanni Sartori: “un partido es cualquier grupo político identificado por un membrete oficial que se presenta a las elecciones, y es capaz de colocar, a través de elecciones (libres o no), candidatos a cargos públicos.”

 

Es imposible negar lo importante que son los políticos y los partidos políticos. Ambos conforman un solo cuerpo que independientemente de los programas de gobierno y sus respectivas ideologías son los pilares de la democracia. Deben ser competitivos tanto internamente como externa. La competición interna es el movimiento de las diferentes facciones que tiene un partido para tomar su jefatura y externo en elecciones contra otros competidores. El accionar interno genera nuevos liderazgos y hace que el partido se mantenga en el tiempo; la competencia electoral muestra su desempeño en las campañas. Es muy complicado que los líderes tengan buenos resultados electorales sin una estructura partidaria ya que es el partido quien realiza el control electoral y tiene sus respaldos sobre la votación el día de la elección.

Los partidos políticos no son instrumentos que son conformados por amigos, sino que deben representar a gran parte de la población. Las oligarquías que se crean dentro de los partidos no permiten el recambio de liderazgos. A esto se denomina la “ley de hierro de la oligarquía” y nos dice que de las distintas facciones que existen en una estructura partidaria, una es la vencedora y moldea el partido. Un ejemplo de esto último es el MNR bajo la jefatura de Gonzalo Sánchez de Lozada, que dejo de lado lo popular y a las grandes mayorías nacionales convirtiéndose en una clase para sí, que dejo el poder en 2003 y que el partido paso de ser uno de los más importantes del país en un partido periférico; por otra parte Comunidad Ciudadana es una alianza con una élite a la cabeza de Carlos D. Mesa y Creemos de Luis F. Camacho no cuentan con una estructura partidaria capaz de realizar algo tan básico como el control electoral. Esto quedó demostrado en las elecciones generales de 2020.

 

Los políticos solos no pueden hacer mucho, los partidos sin líderes son siglas sin equipos de trabajo. Los dos deben complementarse. En el eje troncal del país quienes encabezan las encuestas subnacionales cuentan con fuertes liderazgos y con estructura partidaria. Ellos saben que la carrera electoral se gana con el trabajo en territorio y que terminará el día en que tomen posesión de los cargos como autoridades.       



[*] Politólogo

martes, 26 de enero de 2021

Auge y caída del Movimiento Nacionalista Revolucionario


 

Jorge Roberto Marquez Meruvia[*]

 

“Sistema y proceso ideológico en Bolivia” es un breve ensayo de Luis H. Antezana en el que expone que existe una episteme ideológica que tiene como base el nacionalismo revolucionario (NR), siendo este el operador ideológico el cual es oscilante como un péndulo en el espectro político comunicando sus extremos: el nacionalismo (derecha) y lo revolucionario (izquierda). Comienza su gestación en el periodo de la Guerra del Chaco y se convierte en un discurso hegemónico a partir de la revolución de 1952. A partir de la victoria del MNR en abril el nacionalismo revolucionario es el camino hacia el centro de poder. En el aspecto discursivo nos habla de la alianza de clases, donde todos se encuentran incluidos, pero en la realidad, simplemente instrumentaliza los intereses de las clases dominantes. Los obreros responden al ala izquierda, mientras que el campesinado es el freno cuantitativo de estos primeros y al ser mayoría demuestran su fuerza por medio del voto.

 

Tal escenario descrito por Antezana todavía parece encontrarse vigente y por el momento no existen nuevas condiciones ideológicas, esto no quiere decir que en un futuro sean producidas. El nacionalismo revolucionario es el centro de poder que tiene en su seno lo nacional popular. La radicalidad de los movimientistas en los gobiernos de Germán Bush y Gualberto Villarroel jugaron muy mal a estos gobiernos, sus discursos terminaron por alejarlos del poder y acabar con sus presidentes donde el primero se suicidó y el segundo fue ejecutado por una multitud y colgado en uno de los faroles de la Plaza Murillo. Para las elecciones de 1951 y para llevar a cabo la revolución nacional en 1952 el Movimiento Nacionalista Revolucionario tuvo que controlar a sus extremos radicales y crear un centro de inclusión de todos. Independientemente de los desmanes llevados a cabo por la revolución como los campos de concentración y el control político, los extremos radicales que fueron en un principio controlados comenzaron ganando fuerza en el gobierno de Siles Zuazo en 1956. Con el paso del tiempo y la sed de poder de Paz Estenssoro y sus conmilitones acérrimos el partido que había llevado a cabo la revolución y la modernización al país termina en 1964 con el derrocamiento de Paz por su vicepresidente (Barrientos) y queda proscrito del escenario político hasta 1971.

 

Tras su regreso del exilio en Lima, Víctor Paz Estenssoro apoya el golpe de Banzer del 21 de agosto de 1971. Su participación en el gobierno es de apenas un año y sale al exilio. Paz entendió que las posiciones radicales y personalistas no son apreciadas por gran parte de la población boliviana. Debemos mencionar que los radicalismos internos y el personalismo quebraron al MNR. Sus líderes tomaron caminos diferentes y fundaron sus propios partidos o se dedicaron a la vida sindical.

 

Con el retorno de la democracia en octubre de 1982 la presidencia de Siles fue complicada, se radicalizaron sus aliados miembros de la Unión Democrática y Popular. El Partido Comunista y el Movimiento de Izquierda Revolucionario que eran parte del gobierno le dan la espalda y su radicalización acabó con el gobierno. Quienes aprendieron la lección sobre los conflictos ocasionados al gobierno fue el MIR que renunció al marxismo y que tomó una posición moderada, convirtiéndose así en un partido gravitante en las últimas dos décadas del siglo XX. La crisis económica del gobierno udepista es resuelto por Paz en un gobierno que tuvo que demostrar amplitud y consenso para llevar a cabo las reformas estructurales para reformar el Estado. Hasta ése momento el MNR no perdió su base popular. El DS 21060 abrió Bolivia al mundo y fue Gonzalo Sánchez de Lozada que dio forma al nuevo Estado, la Participación Popular y la Capitalización fueron importantes, pero cometió un error, desde su liderazgo el MNR se convirtió en una clase para sí y dejo de lado su base popular.

 

Al abandonar lo popular el MNR se aleja del centro de poder en el país. Sus dos últimos jefes nacionales (Erick Morón y Luis Siles) son la muestra de la incomprensión de la historia de su partido. ¿Será que los actuales actores políticos del país, aprenderán de los errores del pasado?

 

 

 



[*] Politólogo

miércoles, 20 de enero de 2021

Improvisación ciudadana. Radiografía de Comunidad Ciudadana

 


Jorge Roberto Marquez Meruvia*

El 2018 entra en el escenario político nacional el Frente Revolucionario de Izquierda. Partido fundado en 1978 teniendo como líder histórico a Oscar “Motete” Zamora. El FRI fue un partido gravitante en las décadas del 80 y 90 del siglo XX, entre sus hitos importante fue ser parte del “acuerdo patriótico” y miembro de la conocida “megacoalición”. A principios de los años 2000 se fue convirtiendo en un partido regional, ubicado únicamente en Tarija. Realizó un par de acuerdos sin éxito: el primero, el 2014 con Samuel Doria Medina y Rubén Costas para la alianza entre Unidad Nacional y el Movimiento Demócrata Social (Unidad Demócrata); el segundo, apoyar a Carlos Mesa como candidato a la presidencia. En ambos casos perdieron las elecciones.

El FRI es la base de Comunidad Ciudadana, alianza encabezada por Carlos Mesa que perdió dos elecciones consecutivas. Independientemente de las derrotas sufridas el FRI ganó y un ejemplo de esto es el lograr un escaño y ser miembro de la directiva de la Cámara de Diputados de Walter Villagra, Secretario General del partido. Comunidad Ciudadana se ufana de tener superioridad moral por sobre todos los partidos políticos de la actualidad y ser la base de la renovación política. Esto último resulta paradójico, ya que su líder es el mayor de muchos otros jefes de partidos. Mencionan la capacidad de varios de sus integrantes que tienen un capital cultural alto a diferencia de la competencia, pero que recién van aprendiendo sobre el accionar político. Para ellos la realidad no parece ser importante, lo que tiene relevancia es lo que ellos imaginan, o creen cómo deben funcionar las cosas, siendo un ejercicio de todos sus integrantes darlo a conocer en los medios de comunicación. Podemos agregar también, la filantropía con dineros del Estado.

Nicolás Maquiavelo escribía: “Pero siendo mi intención escribir algo útil a quien lo entienda, me ha parecido conveniente ir detrás de la verdad efectiva de la cosa que de la imaginación de ella. Muchos se han imaginado repúblicas y principados que no se han visto jamás ni fueron conocidos en la realidad. Porque está tan lejos el modo como se vive de aquel como se debería vivir, que quien deja aquello que se hace por aquello que debería hacerse aprende antes la ruina que su preservación.” El realismo que describe el florentino es desgarrador y el realismo prevalece antes que las buenas intenciones y los deseos. La realidad no se va modificar por el simple hecho de declararlo al universo y aunque no nos guste lo que vemos, debemos tener la capacidad de aceptar lo que nos rodea.

El problema mayúsculo de Comunidad Ciudadana es no aceptar la realidad y pensar ingenuamente en sus deseos y fantasías. La campaña de Carlos Mesa para la presidencia con la idea del voto útil, pedir bajarse a los demás contendientes y los perfiles de sus candidatos en las elecciones subnacionales son ejemplos de esto, lo ideal ante la realidad. Waldo Albarracín comienza su primer día de candidato mencionando que declinaría su candidatura en caso de no encontrarse en una posición expectante en las encuestas, ojalá cumpla su palabra porque es complicado que se encuentre entre los primeros lugares. Gary Añez parece ser el candidato obligado que tras desconocer la ley 026 del régimen electoral inhabilitó su candidatura horas después de inscribirse. El caso del candidato cruceño y su pelea por seguir en carrera es insostenible, ya que existe precedente. El actual vocero presidencial, Jorge Richter fue candidato a diputado por Cochabamba por Nueva Fuerza Republicana y al momento de inscribirse su nombre todavía figuraba en los créditos del quincenario “Tiempo Político”, siendo inhabilitado, sin contemplaciones.

La política es una profesión y sus actores deben asumirlo así. El no hacerlo es comenzar un camino signado por el fracaso y parece ser el destino tomado por Comunidad Ciudadana.



* Politólogo