jueves, 11 de febrero de 2016

Apuntes sobre el pluralismo



Jorge Roberto Marquez Meruvia[1]

Dentro del pensamiento político el pluralismo propone una sociedad compuesta por muchos centros o, grupos de poder. Estos grupos se encuentran en confrontación constante. Aun encontrándose estos centros de poder en conflicto permanente se les ha asignado a estos como función primordial el de limitar el poder, controlar, contrastar e incluso tener la capacidad de eliminar al centro de poder dominante. El pluralismo se ha opuesto y sigue oponiéndose hacia la tendencia de concentración y unificación del poder que es propia del Estado moderno.

El pluralismo al ser el remedio al superpoder estatal llega a distinguirse de la teoría de la separación de poderes, que propone una división del poder estatal no en sentido horizontal sino en sentido vertical; de la teoría del liberalismo clásico que propone limitar la omnipotencia del estado sustrayendo a su influencia algunas esferas de actividad (religiosa, económica, social en general), en las que los individuos puedan desarrollar libremente su personalidad; de la teoría democrática que ve el remedio en la participación más amplia posible de los ciudadanos en las decisiones colectivas. Se distingue de éstas pero no se contrapone: las propuestas de las doctrinas pluralistas son perfectamente compatibles tanto con las propuestas de la doctrina constitucionalista (ya que la división horizontal del poder no impide sino que integra la división vertical) como con las de la doctrina liberal (porque la limitación de la injerencia del poder estatal constituye por sí misma una condición para el crecimiento y el desarrollo de grupos de poder diferentes del estado), o como con las de la doctrina democrática (porque la multiplicación de las asociaciones libres puede constituir un estímulo y contribuir a la ampliación de la participación política).

La teoría pluralista tiene un enemigo en común: el Estado como único centro de poder; de éste el pluralismo ataca la tendencia a la concentración; del constitucionalismo, la indivisibilidad; del liberalismo, la absolutividad; de la democracia la concepción hacia abajo y no hacia arriba del poder. Como mencionaría Kung Chuan Hsiao: “El Estado pluralista es simplemente un Estado en el cual no existe una fuente de autoridad única que es omnicompetente y omnicomprensiva, es decir la soberanía; no existe un sistema unificado de derecho ni un órgano central de administración, ni una voluntad política general. Por el contrario, hay una multiplicidad en su esencia y en sus manifestaciones; es divisible en partes y debe ser dividido”.

Lo que distingue al pluralismo de las otras teorías antiestatales es que está dirigido polémicamente inclusive contra toda forma de concepción individualista de la sociedad y del estado, es decir contra toda concepción que contrapone el individuo particular al estado, ya que considera al estatalismo y al  individualismo como dos caras de la misma medalla, es decir como dos concepciones que, si bien desde dos puntos de vista diferentes, tienden a marginar e incluso a eliminar las formaciones sociales que ocupan el espacio intermedio entre los dos polos extremos del individuo y del Estado.

La batalla que el pluralismo combate es siempre sobre dos frentes: contra la concentración de todo el poder en el Estado pero también contra la atomización, en nombre de una concepción de la sociedad articulada en grupos de poder que estén al mismo tiempo bajo el Estado y sobre los individuos, y en cuanto tales constituyan una garantía del individuo contra el superpoder del Estado, por un lado, y una garantía del Estado contra la fragmentación individualista, por el otro.



[1] Politólogo

lunes, 1 de febrero de 2016

¿Qué son los movimientos sociales?



Jorge Roberto Marquez Meruvia[1]

En América Latina desde principios del Siglo XXI se fue incorporando en el discurso político a los movimientos sociales. Gobiernos como el de Venezuela, Ecuador, Argentina, Perú, Brasil y Bolivia han tenido la capacidad de apoyarse en estos movimientos. Hablar de estos comportamientos colectivos es el pan de cada día en gran parte del cono sur americano, es altamente necesario hacer un repaso teórico, para que de esa manera la ciudadanía o, en el mejor de los casos algunos curiosos lleguen a conocer que es lo que estos movimientos representan.

Sobre los movimientos sociales hasta hoy en día no existe una teoría omnicomprensiva y satisfactoria sobre esta problemática. Sin embargo, podemos hacer un bosquejo, en el cual encontraremos dos vetas de reflexión de los pensadores clásicos. Por un lado tenemos a Ortega y Gasset, Tarde y Le Bon quienes se preocupan de sobremanera por la incursión de las masas dentro del escenario político y observan en el comportamiento de la multitud (comportamiento colectivo), una nefasta manifestación de irracionalidad, existiendo así una devastación del orden existente. Por otro lado tenemos a Marx, Weber y Durkheim, aunque con implicaciones distintas, veían en los movimientos colectivos una modalidad de acción social que van desde formas de solidaridad más complejas, la transición del tradicionalismo hacia lo legal-burocrático o la explosión revolucionaria, respectivamente.

En todos los autores mencionados, se encuentran presentes algunos motivos comunes en el análisis de los comportamientos colectivos y de los movimientos sociales: acentúan en la existencia de tensión dentro la sociedad, la individuación de un cambio, la observación del paso de un estadio de integración a otro mediante transformaciones sean como fuere inducidas por los comportamientos sociales.

Si quisiéramos proceder a una definición, que no vaya a prejuzgar el análisis ni sepulte a las diversas interpretaciones, diremos que comportamientos sociales y movimientos sociales componen intentos fundados bajo un conjunto de valores compartidos para redefinir las formas de la acción social e influir en sus consecuencias. Para sintetizar esta idea de los movimientos sociales es Neil Smelser quien lo hace brillantemente: “los episodios del comportamiento colectivo constituyen con frecuencia un primer estadio de cambio social, manifestándose cuando se presentan condiciones de tensión, pero antes de que los medios sociales hayan sido movilizados por un ataque específico y posiblemente eficaz a las fuentes de tensión. Ésta es una razón para definir el comportamiento colectivo como no institucionalizado, lo cual se verifica cuando la acción social estructural está bajo tensión y cuando los medios institucionalizados con el fin de dominar la tensión son inadecuados [...] El control social bloquea los intentos precipitados de los episodios colectivos para llegar a rápidos resultados; si el control social es efectivo, además, ello canaliza las energías de los estallidos colectivos hacia tipos más modestos de comportamiento”. Entre una de las alternativas teóricas más sobresalientes tenemos a Alain Touraine quien afirma que “los movimientos sociales pertenecen a los procesos a cuyo través una sociedad produce su organización a partir de su sistema de acción histórico, pasando por los conflictos de clase y la transición política”.

Ya sea que de uno u otro modo cada una de las teorías presentadas tiene la capacidad de proporcionar elementos útiles a la individuación de los actores, a la clasificación de los movimientos sociales y a la valoración del cambio social. Sintetizan en parte los resultados de numerosas investigaciones empíricas y en parte sugieren nuevas perspectivas de investigación.



[1] Politólogo