domingo, 31 de enero de 2021

Los partidos y los políticos


 

Jorge Roberto Marquez Meruvia[*]

 

En una conocida red social “M. Villa” nos daba a conocer una pequeña reflexión que titulaba “¿Los políticos son lo peor de la sociedad?” La respuesta que daba el autor era: “[…] no... Son iguales...”. Independientemente de la simpleza con la que se puede juzgar a los actores políticos, olvidamos que el accionar de la política va más allá de la moral. Sobre esto último, ya lo dio a conocer Platón y que fue recogido por Maquiavelo gracias a la Academia Platónica constituida gracias Cosme de Médici. Ambos autores resaltan muy bien el ser y parecer y como los políticos pueden sacarle provecho a esto. Tal accionar no es del agrado de los defensores de la moral; aún no se han dado cuenta que la moral se aleja de la política con la llegada del renacimiento y la modernidad. La incomprensión de la política ha llevado a muchos al catequismo simplista de depositar todos los males conocidos en los políticos.

 

Al ser los políticos demonizados por los que son moralmente superiores los afectados resultan ser los partidos políticos. Aunque esto no es nuevo y por más que no sean del agrado de la población los partidos políticos son altamente necesarios en una democracia. También constituyen junto con los sistemas de partidos un objeto central de estudio de la ciencia política donde los partidos son los protagonistas de los sistemas políticos. La democracia moderna tal como la conocemos es inimaginable sin los partidos políticos. Una de las definiciones con suma precisión sobre los partidos políticos nos la da Giovanni Sartori: “un partido es cualquier grupo político identificado por un membrete oficial que se presenta a las elecciones, y es capaz de colocar, a través de elecciones (libres o no), candidatos a cargos públicos.”

 

Es imposible negar lo importante que son los políticos y los partidos políticos. Ambos conforman un solo cuerpo que independientemente de los programas de gobierno y sus respectivas ideologías son los pilares de la democracia. Deben ser competitivos tanto internamente como externa. La competición interna es el movimiento de las diferentes facciones que tiene un partido para tomar su jefatura y externo en elecciones contra otros competidores. El accionar interno genera nuevos liderazgos y hace que el partido se mantenga en el tiempo; la competencia electoral muestra su desempeño en las campañas. Es muy complicado que los líderes tengan buenos resultados electorales sin una estructura partidaria ya que es el partido quien realiza el control electoral y tiene sus respaldos sobre la votación el día de la elección.

Los partidos políticos no son instrumentos que son conformados por amigos, sino que deben representar a gran parte de la población. Las oligarquías que se crean dentro de los partidos no permiten el recambio de liderazgos. A esto se denomina la “ley de hierro de la oligarquía” y nos dice que de las distintas facciones que existen en una estructura partidaria, una es la vencedora y moldea el partido. Un ejemplo de esto último es el MNR bajo la jefatura de Gonzalo Sánchez de Lozada, que dejo de lado lo popular y a las grandes mayorías nacionales convirtiéndose en una clase para sí, que dejo el poder en 2003 y que el partido paso de ser uno de los más importantes del país en un partido periférico; por otra parte Comunidad Ciudadana es una alianza con una élite a la cabeza de Carlos D. Mesa y Creemos de Luis F. Camacho no cuentan con una estructura partidaria capaz de realizar algo tan básico como el control electoral. Esto quedó demostrado en las elecciones generales de 2020.

 

Los políticos solos no pueden hacer mucho, los partidos sin líderes son siglas sin equipos de trabajo. Los dos deben complementarse. En el eje troncal del país quienes encabezan las encuestas subnacionales cuentan con fuertes liderazgos y con estructura partidaria. Ellos saben que la carrera electoral se gana con el trabajo en territorio y que terminará el día en que tomen posesión de los cargos como autoridades.       



[*] Politólogo

martes, 26 de enero de 2021

Auge y caída del Movimiento Nacionalista Revolucionario


 

Jorge Roberto Marquez Meruvia[*]

 

“Sistema y proceso ideológico en Bolivia” es un breve ensayo de Luis H. Antezana en el que expone que existe una episteme ideológica que tiene como base el nacionalismo revolucionario (NR), siendo este el operador ideológico el cual es oscilante como un péndulo en el espectro político comunicando sus extremos: el nacionalismo (derecha) y lo revolucionario (izquierda). Comienza su gestación en el periodo de la Guerra del Chaco y se convierte en un discurso hegemónico a partir de la revolución de 1952. A partir de la victoria del MNR en abril el nacionalismo revolucionario es el camino hacia el centro de poder. En el aspecto discursivo nos habla de la alianza de clases, donde todos se encuentran incluidos, pero en la realidad, simplemente instrumentaliza los intereses de las clases dominantes. Los obreros responden al ala izquierda, mientras que el campesinado es el freno cuantitativo de estos primeros y al ser mayoría demuestran su fuerza por medio del voto.

 

Tal escenario descrito por Antezana todavía parece encontrarse vigente y por el momento no existen nuevas condiciones ideológicas, esto no quiere decir que en un futuro sean producidas. El nacionalismo revolucionario es el centro de poder que tiene en su seno lo nacional popular. La radicalidad de los movimientistas en los gobiernos de Germán Bush y Gualberto Villarroel jugaron muy mal a estos gobiernos, sus discursos terminaron por alejarlos del poder y acabar con sus presidentes donde el primero se suicidó y el segundo fue ejecutado por una multitud y colgado en uno de los faroles de la Plaza Murillo. Para las elecciones de 1951 y para llevar a cabo la revolución nacional en 1952 el Movimiento Nacionalista Revolucionario tuvo que controlar a sus extremos radicales y crear un centro de inclusión de todos. Independientemente de los desmanes llevados a cabo por la revolución como los campos de concentración y el control político, los extremos radicales que fueron en un principio controlados comenzaron ganando fuerza en el gobierno de Siles Zuazo en 1956. Con el paso del tiempo y la sed de poder de Paz Estenssoro y sus conmilitones acérrimos el partido que había llevado a cabo la revolución y la modernización al país termina en 1964 con el derrocamiento de Paz por su vicepresidente (Barrientos) y queda proscrito del escenario político hasta 1971.

 

Tras su regreso del exilio en Lima, Víctor Paz Estenssoro apoya el golpe de Banzer del 21 de agosto de 1971. Su participación en el gobierno es de apenas un año y sale al exilio. Paz entendió que las posiciones radicales y personalistas no son apreciadas por gran parte de la población boliviana. Debemos mencionar que los radicalismos internos y el personalismo quebraron al MNR. Sus líderes tomaron caminos diferentes y fundaron sus propios partidos o se dedicaron a la vida sindical.

 

Con el retorno de la democracia en octubre de 1982 la presidencia de Siles fue complicada, se radicalizaron sus aliados miembros de la Unión Democrática y Popular. El Partido Comunista y el Movimiento de Izquierda Revolucionario que eran parte del gobierno le dan la espalda y su radicalización acabó con el gobierno. Quienes aprendieron la lección sobre los conflictos ocasionados al gobierno fue el MIR que renunció al marxismo y que tomó una posición moderada, convirtiéndose así en un partido gravitante en las últimas dos décadas del siglo XX. La crisis económica del gobierno udepista es resuelto por Paz en un gobierno que tuvo que demostrar amplitud y consenso para llevar a cabo las reformas estructurales para reformar el Estado. Hasta ése momento el MNR no perdió su base popular. El DS 21060 abrió Bolivia al mundo y fue Gonzalo Sánchez de Lozada que dio forma al nuevo Estado, la Participación Popular y la Capitalización fueron importantes, pero cometió un error, desde su liderazgo el MNR se convirtió en una clase para sí y dejo de lado su base popular.

 

Al abandonar lo popular el MNR se aleja del centro de poder en el país. Sus dos últimos jefes nacionales (Erick Morón y Luis Siles) son la muestra de la incomprensión de la historia de su partido. ¿Será que los actuales actores políticos del país, aprenderán de los errores del pasado?

 

 

 



[*] Politólogo

miércoles, 20 de enero de 2021

Improvisación ciudadana. Radiografía de Comunidad Ciudadana

 


Jorge Roberto Marquez Meruvia*

El 2018 entra en el escenario político nacional el Frente Revolucionario de Izquierda. Partido fundado en 1978 teniendo como líder histórico a Oscar “Motete” Zamora. El FRI fue un partido gravitante en las décadas del 80 y 90 del siglo XX, entre sus hitos importante fue ser parte del “acuerdo patriótico” y miembro de la conocida “megacoalición”. A principios de los años 2000 se fue convirtiendo en un partido regional, ubicado únicamente en Tarija. Realizó un par de acuerdos sin éxito: el primero, el 2014 con Samuel Doria Medina y Rubén Costas para la alianza entre Unidad Nacional y el Movimiento Demócrata Social (Unidad Demócrata); el segundo, apoyar a Carlos Mesa como candidato a la presidencia. En ambos casos perdieron las elecciones.

El FRI es la base de Comunidad Ciudadana, alianza encabezada por Carlos Mesa que perdió dos elecciones consecutivas. Independientemente de las derrotas sufridas el FRI ganó y un ejemplo de esto es el lograr un escaño y ser miembro de la directiva de la Cámara de Diputados de Walter Villagra, Secretario General del partido. Comunidad Ciudadana se ufana de tener superioridad moral por sobre todos los partidos políticos de la actualidad y ser la base de la renovación política. Esto último resulta paradójico, ya que su líder es el mayor de muchos otros jefes de partidos. Mencionan la capacidad de varios de sus integrantes que tienen un capital cultural alto a diferencia de la competencia, pero que recién van aprendiendo sobre el accionar político. Para ellos la realidad no parece ser importante, lo que tiene relevancia es lo que ellos imaginan, o creen cómo deben funcionar las cosas, siendo un ejercicio de todos sus integrantes darlo a conocer en los medios de comunicación. Podemos agregar también, la filantropía con dineros del Estado.

Nicolás Maquiavelo escribía: “Pero siendo mi intención escribir algo útil a quien lo entienda, me ha parecido conveniente ir detrás de la verdad efectiva de la cosa que de la imaginación de ella. Muchos se han imaginado repúblicas y principados que no se han visto jamás ni fueron conocidos en la realidad. Porque está tan lejos el modo como se vive de aquel como se debería vivir, que quien deja aquello que se hace por aquello que debería hacerse aprende antes la ruina que su preservación.” El realismo que describe el florentino es desgarrador y el realismo prevalece antes que las buenas intenciones y los deseos. La realidad no se va modificar por el simple hecho de declararlo al universo y aunque no nos guste lo que vemos, debemos tener la capacidad de aceptar lo que nos rodea.

El problema mayúsculo de Comunidad Ciudadana es no aceptar la realidad y pensar ingenuamente en sus deseos y fantasías. La campaña de Carlos Mesa para la presidencia con la idea del voto útil, pedir bajarse a los demás contendientes y los perfiles de sus candidatos en las elecciones subnacionales son ejemplos de esto, lo ideal ante la realidad. Waldo Albarracín comienza su primer día de candidato mencionando que declinaría su candidatura en caso de no encontrarse en una posición expectante en las encuestas, ojalá cumpla su palabra porque es complicado que se encuentre entre los primeros lugares. Gary Añez parece ser el candidato obligado que tras desconocer la ley 026 del régimen electoral inhabilitó su candidatura horas después de inscribirse. El caso del candidato cruceño y su pelea por seguir en carrera es insostenible, ya que existe precedente. El actual vocero presidencial, Jorge Richter fue candidato a diputado por Cochabamba por Nueva Fuerza Republicana y al momento de inscribirse su nombre todavía figuraba en los créditos del quincenario “Tiempo Político”, siendo inhabilitado, sin contemplaciones.

La política es una profesión y sus actores deben asumirlo así. El no hacerlo es comenzar un camino signado por el fracaso y parece ser el destino tomado por Comunidad Ciudadana.



* Politólogo

lunes, 4 de enero de 2021

El mito de la unidad

 

Cola di Rienzo

 

Jorge Roberto Marquez Meruvia*

El 2020 nos trae grandes enseñanzas que no fueron aprendidas por los actores políticos. La unidad es uno de los grandes mitos que la oposición sigue utilizando después del fracaso de las elecciones generales del 18 de octubre. Su lectura sobre la unidad tiene como base las elecciones de 2019, elecciones que tenían como novedad la candidatura del indeciso Carlos Mesa, su equipo de campaña intentó mostrarlo como la única opción con algo de éxito. La mala organización de gran parte de los partidos políticos, tuvieron como resultado dar su apoyo al candidato de Comunidad Ciudadana con la esperanza de lograr la presidencia. El escenario de 2020 fue inesperado para ellos, la única opción, el voto útil simplemente fue un discurso que negaba la realidad. Optaron por la filosofía barata y zapatos de goma.

La vida se venga de la poesía cuando ésta abandona su plano trascendente y pretende mezclarse en la realidad práctica. La política es arte, es creación de fantasía y de sentimiento; pero al mismo tiempo y sobre todo, es voluntad. No debemos olvidar que falta más que discursos y canciones de Petrarca para gobernar un Estado. Recordemos un episodio trágico de la historia universal. Un plebeyo, empapado de la cultura latina y seguidor de Dante de nombre Cola di Rienzo que pensó que era el elegido de Dios para fundar en Roma la vieja República. La historia romana, un clasicismo mal comprendido y la amistad y apoyo de Petrarca, lo impulsaron a llevar adelante tal empresa. Orador eficaz, logró sublevar al pueblo contra el Papa y en dos ocasiones tomó el gobierno de la ciudad eterna. Intentó restituir las antiguas instituciones y la costumbre republicana.

Su política era literatura y declamación; al final el pueblo que lo siguió entusiasmado se dio cuenta de la vacuidad y abstracción de su discurso. El pueblo romano se levantó contra Cola di Rienzo, intentó huir y salvar su vida tras derrumbarse todas sus heroicas fantasías. Cuando el palacio fue invadido por los revoltosos, se disfrazó, se pintó el rostro con hollín y cargaba a sus espaldas un colchón para ser confundido entre la multitud, pero en las escaleras fue reconocido. Para burlarse de él, lo obligaron a gritar: ¡abajo Cola!, luego lo ultimaron a puñaladas y lo decapitaron. Su cadáver fue arrastrado para escarmiento por las calles de Roma para luego quemarlo.

Cola di Rienzo es el ejemplo de como terminan los discursos cuando se encuentra de forma drástica con la realidad.

La unidad forzada no solamente podemos aplicarla a la oposición gubernamental, sino también al Movimiento Al Socialismo. Después de lograr la victoria por un margen bastante alto, podemos evidenciar lo que Robert Michels denomina: “la ley de hierro de la oligarquía”. La cual nos refiere a que una de las facciones dentro del MAS es la que toma las decisiones. Aunque el escenario es totalmente diferente a lo acostumbrado por su jefe nacional y no es aceptado de buena forma por un grupo bastante grande que conforman sus bases. Ejemplos de esto son la fallida candidatura de Pedro García a la gobernación cruceña y el alejamiento de Eva Copa para ir de candidata por el municipio de El Alto como los más relevantes, no olvidemos mencionar el malestar por las listas de candidatos en todo el país.

El paso que dio Eva Copa en El Alto nos muestra el principio de una gran escisión dentro del partido de gobierno y de la pugna entre el dedazo de una dirigencia nacional que perdió el contacto con sus bases y la renovación de nuevos cuadros políticos.

Como podemos ver, la unidad anhelada por muchos no existe y en un sistema democrático lo importante es la competencia de diferentes opciones para la toma de poder. Al mismo tiempo, nos muestra la realidad de todos los partidos políticos del país, su forma de trabajo y sus estructuras.

 



* Politólogo