miércoles, 19 de julio de 2017

Bolivia: nuestra televisión basura de cada día




Jorge Roberto Márquez Meruvia[*]

La pobreza en Bolivia no solamente es económica, sino también cubre todo lo que podemos imaginar. Hace un par de semanas atrás un popular cantante de los 90’s inició una campaña contra la televisión basura. Según su criterio, la televisión basura es un programa local de farándula de Santa Cruz de la Sierra. Para que sus seguidores no estén aturdidos y confundan sus buenas intenciones para con la cultura y los valores de nuestros hijos, mencionó que los programas nacionales que podrían encajar en el concepto de televisión basura no lo son, ya que los participantes de estos reality show firman un contrato con las televisoras y tienen el derecho de mostrar su podredumbre ante las cámaras; pedía al pueblo boliviano apoyar una petición para acabar con la televisión que destruye y muchos bolivianos apoyaron sin la más mínima crítica. La voz del pueblo y del gran artista era pedirle al Estado crear un ente regulador de la televisión basura por el bien de nuestros hijos.

Alcides Arguedas mencionaba en Pueblo Enfermo: “La idea de grande nos es familiar y común. Las montañas pasman; los ríos son enormes brazos de mar; las llanuras desmesuradas hacen concebir la idea del infinito. Fauna y flora muestran una variedad y riqueza sorprendentes; los sentidos están hechos para percibir lo enorme, lo grandioso; y la imaginación sólo concibe lo mejor y lo perfecto. Poco curiosos, no teniendo al alcance de la vista sino el espectáculo de nosotros mismos, ignoramos el valor de lo demás. Circunscrito el país dentro de sus propias fronteras, sin contacto frecuente con las demás naciones, sólo le interesa la contemplación y la valoración de sus propios medios.” Los productores de televisión y presentadores posiblemente creen ingenuamente que son insuperables y que dan a la audiencia los mejores contenidos. Llegan a contemplarse en el espejo con tanto brillo que los deja obnubilados y no logran ver los errores garrafales que cometen, ni tampoco logran ver otros contenidos televisivos extranjeros.

La pelea contra la TV basura es una lucha perdida. Las televisoras bolivianas son pobres, les resulta más barato importar contenidos malísimos de Perú, México, Brasil, Argentina y Colombia. Los programas que se presentan en horarios estelares son franquicias a cual peor y parecen que cumplen con las expectativas de los televidentes. Esto se puede evidenciar incluso en las famosas revistas matinales las cuales bajo la excusa de informar y alegrar nos dan a conocer noticias que no merecen la pena y con la excusa de humor ponen en pantalla las expresiones más ordinarias y chabacanas de supuestos humoristas que son parte del equipo de presentadores. La Revista Al Día de Bolivisión descubrió que se comienza a lucrar con la fe. Seguramente, desconocen cosas como la venta de indulgencias llevada a cabo por la iglesia católica hace siglos atrás. Lo que es más preocupante es que usan como base una página de Facebook que hace sátira de las iglesias cristianas; estos presentadores parecen desconocer los significados de la ironía, la sátira y la burla.

El filósofo alemán Jürgen Habermas en su Teoría de la acción comunicativa observa que la manera de interrelación social del ser humano cambia de manera más que drástica. De una sociedad que tenía como base los ritos y el aprecio de lo sagrado al gran salto del uso del signo lingüístico, con ayuda del pensamiento racional las “verdades” adoptadas por las diversas sociedades son sometidas a la crítica. Esas ideas, esas verdades gracias a los medios de masas van creando ciertas costumbres y así inicia la reproducción cultural. También, menciona que en la evolución histórica mencionada anteriormente los medios consideran una distinción importante: “lo público” y “lo privado” como dos esferas muy diferentes. Para ejemplificar “lo público” serían noticias de interés común como ser la interpelación de un ministro de Estado ante el Parlamento. “Lo privado” vendría a ser lo que hacen en sus vacaciones los “famosos” del medio local, nacional, o internacional y que no son de interés público. Así como no sería de interés público el color favorito de algún gobernador o alcalde.

          Giovanni Sartori es un poco más apocalíptico, en Homo Videns: la sociedad teledirigida nos dice que el Homo Sapiens es ya un recuerdo sin sentido y que el mundo en el vivemos se encuentra dominado por el Homo Videns, el hombre que simplemente ve y cree en lo que ve. La reflexión se convierte trágicamente en un ejercicio del pasado, el hombre ha dejado de lado el pensar y simplemente cree en lo que los medios de comunicación en una sociedad de masas le ofrecen.

          Para terminar podríamos parafrasear a Umberto Eco y así como Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas, la televisión le abre las puertas a los idiotas.






[*] Politólogo, Subdirector de Gaceta Hoy