lunes, 11 de mayo de 2015

Beni: la clara muestra del caudillismo



Jorge Roberto Marquez Meruvia[1]

          Cuando vemos como es utilizada la democracia en América Latina y en gran parte del Tercer Mundo, tristemente nos damos cuenta que su uso es instrumental, resultando ser la excusa usual de dos o más grupos de poder por alcanzarlo. El caso del Departamento del Beni es casi paradigmático, ya que pone de manifiesto los eternos males del Estado boliviano, de los cuales podemos mencionar: el autoritarismo, la para-institucionalidad, la informalidad y el caudillismo. Los cuales están y marcan su presencia no solamente en este departamento, sino también en todo el territorio boliviano. Tristemente los bolivianos, al igual que amplios sectores del ancho mundo que se desenvuelven en una sociedad de masas cada vez más consumista y poco crítica no logran ver claramente sus perniciosas costumbres, es más, las toman como valederas y las van repitiendo cada vez que pueden. “Tan indispensables como la vivienda y la alimentación resultan ser la familiaridad con los lazos primarios (como el lenguaje y las herencias histórico-culturales compartidas desde la niñez), la pertenencia a un grupo identificable y distinto de los demás y la comunicación espontánea con parientes y amigos. Sólo una comunidad primaria puede brindar la seguridad emocional y el reconocimiento primordial – exento del principio de rendimiento y desempeño – que pueden evitar las formas consuetudinarias de enajenación, soledad, desarraigo y autodesprecio individuales”[2].

El caso del Departamento del Beni, es la más clara muestra del maniqueísmo político-ideológico boliviano, el cual podemos explicarlo de la siguiente manera: la estrategia política más conveniente nada tiene que ver con impulsar de buena voluntad una programática propia, clara y distinta, sino tratar de suprimir o debilitar al contrario – el contrario en la gran mayoría de los casos, resulta ser aquél que no puede jamás escuchar la “verdadera voluntad del pueblo” – siendo de esta manera un gran triunfo en la consecución de los fines propios. El oficialismo como la oposición boliviana tienden a jugar en un escenario macabro donde ambos de manera autoritaria y acrítica toman como grandes verdades las emocionales elocuciones de sus líderes, pobre de aquel que trate de implantar una idea innovadora o disienta de la sapiencia y amor del respectivo caudillo cabeza del partido político al cual representa, ya que será condenado al ostracismo y ya no formara parte de ese democrático cuerpo de ungidos por la providencia para cambiar el país.

La victoria del Movimiento al Socialismo refleja dos aspectos importantes: el primero es que el partido oficialista tiene la hegemonía de seis de las nueve regiones del país. Posiblemente la victoria en el Beni se encuentre deslucida por el nefasto e “imparcial” trabajo realizado por el Tribunal Electoral Departamental del Beni y del Tribunal Supremo Electoral – debemos recordar que estos extraños manejos de parte de esta institución vienen desde su fundación en la década de los 50 del Siglo XX e incluso incidentes parecidos se pueden encontrar en los 80’s conocido popularmente como “la banda de los cuatro”[3] – por alguna razón este tipo de comportamiento institucional se encuentra formando parte del accionar normal de esta augusta institución. El segundo punto que marca la segunda vuelta electoral es lo habituados que estamos tanto en el Beni como en gran parte de la región a que los caudillos sean aquellos que nos liberen de los males que nos aquejan – no olvidemos que la oposición cometió un pequeño desliz el cual le costó la perdida de la personería jurídica en este departamento – y que lamentablemente los actores opositores no lograron llegar a las fibras más sensibles de los benianos ya que sus caudillos más fuertes para ese propósito salieron del escenario electoral por errores propios. Sencillamente y como es muy usual en gran parte de la historia boliviana debemos esperar a que el Departamento del Beni progrese con sus nuevas autoridades, o simplemente sea (como lo ha sido desde que tengo memoria) para Bolivia su hermoso futuro.
 



[1] Politólogo
[2] Isaiah Berlin, The Counter-Enlightenment
[3] Salvador Romero Ballivián, Medio Siglo de Historia del Organismo Electoral en Bolivia

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