domingo, 11 de septiembre de 2016

El tamaño de mi esperanza




Jorge Roberto Marquez Meruvia[*]

“El tamaño de mi esperanza” es el nombre de un ensayo escrito por Jorge Luis Borges publicado en 1926. Su autor trato de desterrarlo de su obra, sin embargo, tal acción no tuvo éxito. María Kodama menciona que en 1971 en Oxford mientras se encontraban dialogando con unos admiradores uno de ellos menciono “El tamaño de mi esperanza”. La reacción de Borges fue negar la existencia de ese texto. Al día siguiente ese estudiante telefoneo a Borges para informarle que efectivamente tal libro existía y que se encontraba en la biblioteca Bodleiana. Vano fue el intento del autor para dar por desaparecida esa obra.

Para poder comprender el futuro cercano y el escenario de gobernabilidad en Bolivia tomo prestado el nombre del ensayo de Borges; ya que todos los bolivianos tenemos algo en común: esperanza de mejores días para todos. El escenario de gobernabilidad en Bolivia tiene como “momento constitutivo” la victoria de la democracia un 10 de octubre de 1982. El gobierno de Hernán Siles Zuazo tenía dos grandes retos: el primero, resolver la crisis derivada del sistema Nacional Revolucionario creado en 1952; la segunda, crear instituciones democráticas fuertes. En ambas, su gobierno fue un fracaso y termino renunciando. Continuando con el lenguaje zavaletiano otro “momento constitutivo” sucede en 1985 con el Decreto Supremo 21060 y la nueva política económica. Fue Víctor Paz Estenssoro quien puso fin al sistema Nacional Revolucionario que él mismo creo tras hacerse con el poder en la revolución de abril de 1952. Estos dos hitos marcan el principio de la joven democracia boliviana.

 En 1989 los bolivianos pasamos por el “empate catastrófico”, el “triple empate”, tuvo como solución el cruzar puentes sobre “ríos de sangre”. Por primera y única vez en nuestra historia quien había resultado tercero en elecciones generales se convierte en presidente de Bolivia. La “banda de los cuatro” había cometido su fin y Jaime Paz Zamora es presidente de Bolivia pactando con Hugo Banzer Suárez quien en la década del 70 perseguía a los militantes del MIR del cual Paz Zamora era su jefe máximo. El gobierno de Jaime Paz Zamora evidencio que en democracia el pacto político era necesario. Pacto político que fue mal entendido en una incipiente democracia como la boliviana.

El periodo de los 90 del siglo XX es rotundamente importante para entender la Bolivia de hoy. En el primer gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada el año 1995 es clave para comprender Bolivia hoy. Dos reformas son la base del Estado boliviano. La participación popular tiene una ambición más allá de llevar los recursos del Estado a los nuevos municipios, es también, llevar el Estado a los ciudadanos que se encuentran lejos del eje troncal. La actual autonomía es una evolución de la participación popular, la cual por cierto, fue y es mal comprendida por gran parte de los bolivianos; empero, es una base institucional y modernizadora de la administración del Estado. La capitalización fue una reforma desbordante en una democracia joven y en una sociedad que a momentos confundía la libertad con el libertinaje. Actualmente esa medida es totalmente criticada, olvidando los bonos sociales que se crearon gracias a ella como ser: el Bonosol que hoy lo conocemos como la Renta Dignidad.

Comenzando el siglo XXI observamos la radicalización de los discursos campesinos con base en el Chapare y el descontento de la población por las coaliciones gobernantes que entendieron el pacto político como la excusa para tener un pedazo de poder. Claro ejemplo de la avaricia partidaria es el gobierno de Hugo Banzer Suárez gracias a la conocida megacoalición. El año 2003 es el punto de quiebre, donde las coaliciones de gobierno no representan a grandes sectores de la población y medidas antipopulares como el impuesto al salario o el rumor de exportar gas por puertos chilenos desencadena olas de violencia donde Sánchez de Lozada debe renunciar a su segundo mandato. Hasta el año 2005 el escenario de gobernabilidad es incierto y lleno de indecisiones.

Evo Morales se hace con el poder en 2005. Entre sus medidas de gobierno se llevan a cabo la Asamblea Constituyente y la nacionalización de los hidrocarburos que fueron capitalizados en la década del 90 del siglo pasado. También es la clara muestra de que la sociedad boliviana no admitía las coaliciones de gobernantes. Con el pasar de los años se radicalizo el discurso del partido gobernante. Bajo ideas de izquierda intenta gobernar bajo la tuición de los movimientos sociales, olvidando que tales sectores tienen pedidos meramente particulares. Claro ejemplo del agotamiento de esa forma de gobernar es el conflicto con los cooperativistas mineros y la muerte de un Viceministro. La prebenda y el clientelismo son la base para mantener contentos a esos movimientos sociales y el tratar de ir en contra sus intereses es contar con un aliado menos que actuara con violencia por volver a tener los favores del partido gobernante y beneficiarse del Estado.

Después de esa breve descripción del escenario de gobernabilidad en Bolivia, el futuro una vez más es incierto. Afortunadamente, no todo se encuentra perdido. El pacto político juega un papel muy importante para las nuevas generaciones. El pacto político entendido como dialogo, como la base para escuchar al otro, tolerarlo, entenderlo y compartir ideas. Contra la nefasta hegemonía del poder por un único proyecto que no encuentra delante suyo ciudadanos, sino simplemente enemigos.

El pacto político es el camino que debemos comenzar. “Ése es el tamaño de mi esperanza”. Obviamente, sin optimismo ya que podemos caer en manos de demagogos en el trayecto.



[*] Politólogo 

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