lunes, 2 de enero de 2017

El posible escenario político en el 2017




Jorge Roberto Marquez Meruvia[*]

Veo conveniente que al comenzar el año 2017 hagamos un breve repaso para comprender el escenario que posiblemente vayamos a vivir.

El periodo de los 90 del siglo XX es rotundamente importante para entender la Bolivia de hoy. En el primer gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada el año 1995 es clave para comprender nuestra fáctica realidad. Dos reformas son la base del Estado boliviano. La participación popular tiene una ambición más allá de llevar los recursos del Estado a los nuevos municipios, es también, llevar el Estado a los ciudadanos que se encuentran lejos del eje troncal. La actual autonomía es una evolución de la participación popular, la cual por cierto, fue y es mal comprendida por gran parte de los bolivianos; empero, es una base institucional y modernizadora de la administración del Estado. La capitalización fue una reforma desbordante en una democracia joven y en una sociedad que a momentos confundía la libertad con el libertinaje. Actualmente esa medida es totalmente criticada, olvidando los bonos sociales que se crearon gracias a ella como ser: el Bonosol que hoy lo conocemos como la Renta Dignidad.

Comenzando el siglo XXI observamos la radicalización de los discursos campesinos con base en el Chapare y el descontento de la población por las coaliciones gobernantes que entendieron el pacto político como la excusa para tener un pedazo de poder. Claro ejemplo de la avaricia partidaria en el gobierno de Hugo Banzer Suárez gracias a la conocida megacoalición. El año 2003 es el punto de quiebre, donde las coaliciones de gobierno no representan a grandes sectores de la población y medidas antipopulares como el impuesto al salario o el rumor de exportar gas por puertos chilenos desencadena olas de violencia donde Sánchez de Lozada debe renunciar a su segundo mandato. Hasta el año 2005 el escenario de gobernabilidad es incierto y lleno de indecisiones.

Evo Morales se hace con el poder en 2005. Entre sus medidas de gobierno se llevan a cabo la Asamblea Constituyente y la “nacionalización de los hidrocarburos” que fueron capitalizados en la década del 90 del siglo pasado. También es la clara muestra de que la sociedad boliviana no admitía las coaliciones de gobernantes. Con el pasar de los años se radicalizo el discurso del partido gobernante. Bajo ideas de izquierda intenta gobernar bajo la tuición de los movimientos sociales, olvidando que tales sectores tienen pedidos meramente particulares. Claro ejemplo del agotamiento de esa forma de gobernar es el conflicto con los cooperativistas mineros y la muerte de un Viceministro. La prebenda y el clientelismo son la base para mantener contentos a esos movimientos sociales y el tratar de ir en contra sus intereses es contar con un aliado menos que actuara con violencia por volver a tener los favores del partido gobernante y beneficiarse del Estado.

Ahora el partido en funciones de gobierno pretende una vez más bajo una gran cantidad de triquiñuelas modificar la constitución y las leyes, desconocer el referéndum del 21 de febrero con la excusa de que es el pueblo quien reclama a gritos una futura postulación de Evo Morales. El Movimiento al Socialismo con arrogancia y tiranía se adueña de la voz de la ciudadanía y trata de cualquier forma con actores de toda laya imponer a los bolivianos los puntos que acordaron en su Congreso Nacional para lograr una vez más que su único líder sea el candidato eterno.

Ante tan macabro escenario, los bolivianos debemos recordar las palabras del Hidalgo Quijote de Cervantes: “La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres.”



[*] Politólogo 

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