lunes, 2 de mayo de 2016

En un país fronterizo a Uqbar




Jorge Roberto Marquez Meruvia[1]

          Conocemos por Bioy Casares que entre los países que limita Uqbar se encuentra un país mediterráneo que perdió su cualidad marítima por la visión de uno de sus vecinos e impulsados por uno de sus más grandes políticos que se dio el lujo de organizar su república. Él como todo gran visionario decía que “palos y bizcochuelos, justa y oportunamente administrados, son los específicos con lo que se cura a cualquier pueblo, por invertebradas que sean sus malas costumbres”. Este hombre ambicioso murió en 1837; sin embargo, su nación hizo caso de sus consejos y le arrebataron el litoral a su vecino del norte. Desde esa guerra en 1879 el país fronterizo de Uqbar perdió su cualidad marítima.

          En The Anglo-American Cyclopedia editada en la ciudad de Nueva York en el año 1917 mencionaban que los gobernantes del país fronterizo a Uqbar habían también aplicado uno de sus decretos: “declaro que los espejos y la cópula son abominables, porque multiplican el número de los hombres”. Los documentos que hablan del por qué este país, del cual la historia no recuerda su nombre copio la ley de Uqbar es la siguiente: 137 años después de haber perdido heroicamente (el heroísmo para ellos es la muerte, el martirio, el morir por el simple hecho de derramar su sangre por la tierra que los vio nacer), del Estado llano nació su redentor. El mesías endógeno tal como lo mencionan documentos apócrifos realizo lo que él llamaba “el proceso” con la sana intención de cambiar el mundo. Sus más leales seguidores entre ellos su Jefe de Gabinete de nombre Benjamín Otálora y su mano izquierda el débil Juan Dahlmann se empeñaba a tomar el puñal con las pocas fuerzas que le quedaban para hacer de su sueño de la revolución una realidad. Todos los que rodeaban a nuestro líder mesiánico le dijeron que su persona era la reserva moral del mundo.

          Desgraciadamente, y como todos conocemos, las almas más bajas y viles sucumben de manera chabacana cuando el poder los embriaga. Cuando tal suceso ocurrió y tal como menciona los documentos encontrados por madame Henri Bachelier en un catálogo que aún causa discusión, se menciona que los gobernantes que decían ser los redentores seguían las viejas prácticas de esos gobiernos y partidos políticos que denominaban anti-patrias. El Primer Ministro se vio envuelto junto con su Jefe de Gabinete en un problema de faldas y con casos de corrupción y tráfico de influencias con empresas del lejano oriente. Tal como mencionarían Armando C., Enrique F, y otros literatos clásicos una mujer sería la base de su desgracia, de su descontrol, de su delirium tremens a base de unas hormonas que fueron encontradas en el amazonas y que fueron regadas en esta particular patria. Desde ese escándalo la cópula estuvo prohibida, ya que por un hijo que dio erróneamente por muerto, el hombre que encarnaba la reserva moral del mundo había perdido su derecho divino de gobernar su nación eternamente. Algo similar paso con los espejos. Un día dos sastres de lejanas tierras que se llamaban Guido y Luigi Farabutto ofrecieron a todo el gabinete de gobierno confeccionar ropa que sería vista por gente exageradamente inteligente. Dahlmann fue el primero que dijo ver la belleza de la tela y ánimo al mesías gobernante a que todo el gabinete vistiera con esa tela tan hermosa. El temor a verse desnudos por los no tan brillantes gobernantes termino cuando se prohibieron los espejos. La población quedo atónita al ver a sus líderes desnudos y una marcha encabezada por ciegos partió hacia palacio. Cuando llegaron unos 500 manifestantes no pudieron pasar a la plaza principal ya que se encontraba cerrada como un gueto, la borrachera de poder de los gobernantes los hacia ver vestidos con los más bellos trajes y simplemente compartían sus migajas con aquellos que los alababan y les seguían el juego.

          Hasta donde la historia cuenta y Treviranus un eximio investigador encontró que tras la borrachera de poder el pueblo condeno: “el último acto de su fin ha sido articulado”.



[1] Politólogo, columnista de El Diario. Los Tiempos y El Día

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